Pues por obra y gracia de Francisco Pérez de Antón. La enumeración de los altibajos de una industria, que al final triunfa, se convierte a ratos en una narración de misterio, sin serlo, en otras ocasiones en una odisea… y en una fuente de información de la Historia reciente de nuestro país, de la cual los guatemaltecos tenemos poca memoria. Cuando me llegó el libro, con una dedicatoria muy generosa, pensé que no sería como los que acostumbro devorar de él, y que tenía ante mí la crónica aburrida de una empresa en la que se han enfrentado dificultades familiares, económicas y políticas. La leería obligadamente. Pero, no ¡qué va! Gracias al arte y a la magia del escritor la obra se lee sin parar, hasta finalizarla.
Con la claridad meridiana, la concisa elegancia que su estilo le proporciona, la sencillez que prescinde de lo ampuloso, la totalidad propia de quienes todo lo analizan, el ilustrar de los que saben mucho, y una forma de filosofar, no de cocina ciertamente, el autor nos adentra en la aventura que fue crear “Pollo Campero”, la empresa que nació con una carretilla situada frente al Cine Trébol. Debo confesar que solamente a García Márquez he leído con tal ansiedad de saber todo lo que pasó, pero este no es el cuento de un Macondo mágico, sino la realidad de una industria que se superó.
Las empresas que triunfan en el mundo abundan. Los narradores de las historias de su acceder a la elite de las multinacionales, como Paco Pérez de Antón, son escasos. Para eso se necesita el talento de un escritor no común, filósofo, poeta, historiador, crítico, economista y, sí, tenaz cocinero…creador y criador de ese simpático pollito “cow-boy”, tierno, jugoso y crujiente, que está en las mesas de los más acaudalados y en los equipajes de los inmigrantes que dejan el país en busca de mejores horizontes.
Cuando Dios da, da de junto, dice el dicho. Y a Francisco Pérez de Antón le dio talento para las finanzas, para escribir novelas, ensayos filosóficos, sociológicos y literarios -también crónicas de aventuras comerciales que atrapan al lector- sabiduría para enfrentar la vida y “joie de vivre” para disfrutarla y, para coronar todo, una bella e inteligente esposa, María Consuelo, que lo ha acompañado en todos los momentos: los de la tribulación, y los de la alegría que se siente gracias a los triunfos ganados por mérito propio.
Lean El “Memorial de cocinas y batallas”. Lo disfrutarán y podrá servir de modelo a quienes necesiten entereza de carácter para lanzarse a las aventuras productivas y se quieran fortalecer con el ejemplo de la perseverancia, pues el brillante escritor proporciona, en las dosis adecuadas, los elementos que se mezclaron para hacer de sus restaurantes un éxito universal.