Todos podemos tener rasgos o conductas de hurañía en algún momento, etapa o situación, pero algunos viven apartados del resto, sienten que no precisan a nadie, evitan las relaciones y resultan intratables, como norma en vez de excepción. Son individuos insociables, esquivos, ariscos, que huyen y se esconden de los demás. ¿Cómo reconocerlos y tratarlos?
Los diccionarios los definen como individuos hoscos, intratables, esquivos, antipáticos y ariscos; de genio áspero, mal carácter y poco sociables; aquellos a quienes no le gusta estar con la gente.
En la calle, las casas y el trabajo (¡sólo allí, porque no efectúan actividades sociales ni frecuentan lugares de esparcimiento!) se les denomina como ?bichos raros, seres de otro planeta, ermitaños, gente que debería vivir en una isla, desagradables, insoportables?.
?Parece que les dan vinagre, que les deben y no les pagan?, dicen de ellos quienes les conocen (o según se mire, les desconocen). Ellos, por su parte, suelen pensar y decir que ?la gente es mala por naturaleza?, ?piensa mal y acertarás?, ?se está mejor solo, que mal acompañado?, ?los demás se mueven por el interés?, ?la gente es molesta, se entromete en las cosas, no merece la pena?.
Nada populares
Los huraños no son muy populares, ¡en ningún sentido de la palabra! Pero, ¿qué son los insociables? ¿Cuándo se vuelve enfermiza su conducta? ¿Qué ocurre en su mente y su corazón? ¿Cómo surgen y evolucionan? ¿Qué persiguen y consiguen? ¿A cuántas personas afecta este problema y cómo se les reconoce y ayuda?
Las psicólogas clínicas Laura García Agustín y Montserrat Giménez Hernández responden a estas y otras preguntas claves, aportando dos visiones diferentes aunque complementarias sobre las personas ?alérgicas a las demás personas?.
Consecuencias
La persona huraña puede evitar a la gente, pero no los efectos de aislarse. Si su carácter antisocial se manifiesta de forma frecuente y muy intensa, sufrirá un malestar importante, así como consecuencias desagradables: aislamiento o conflictos con otras personas. Al tener en cuenta sólo lo negativo y pensar que todo está mal, se siente con mucha frecuencia malhumorado, nervioso e irritado.
Asimismo, los huraños sufren el rechazo y falta de muestras de cariño (ya que si al ?dar una patada? cuando le dan cariño, ya no vuelve a recibirlo) y es más proclive a padecer trastornos cardíacos u dolencias relacionadas con el sistema circulatorio como la hipertensión arterial.
Según García Agustín, aquellos que se apartan del grupo ?parecen indiferentes a la opinión ajena, e incluso pueden no responder a la provocación directa, lo que les hace personas aparentemente insensibles?.
Tampoco responden a la interacción personal normal (tienen pocas expresiones y gestos faciales de reciprocidad, como sonreír o asentir con la cabeza).
Son personas que suelen enmascarar sus sentimientos y no los expresan casi nunca, de forma verbal ni física.
El experto agrega que las personas hurañas suelen comportarse de forma intermitente (en algunos momentos lo harán de forma desagradable y otros no), lo que permite que los demás admitan o consientan su conducta, que si fuera permanente provocaría un rechazo de quien sufre los desplantes.
Después de una bronca, dicen ?aquí no pasado nada?. Ignoran el problema y no ofrecen disculpas, porque ?si se dice algo es porque se siente, y además los otros son los que están equivocados?. La persona insocial va creando su propio entorno que la hace inaccesible, y también puede irse rodeando de actividades y trabajos que le hagan pasar inadvertido.
¿Qué siente, cómo piensan?
La psicóloga Giménez Hernández explica lo que ocurre en la mente y el corazón de los individuos huraños: ?Perciben el mundo y a los demás de forma distorsionada: tienden a interpretar las relaciones como una amenaza, y describen a las personas como problemáticas o susceptibles de causarles daño?.
Añade que suelen pensar de forma muy negativa, prestan atención generalmente a las cosas malas que le suceden, malinterpretan las situaciones y a los individuos, y piensan que todos está en contra, que no hacen las cosas bien o son unos inútiles.
Son seres que acostumbran adivinar lo que los demás piensan o van a decir, magnifican las cosas considerándolas horribles en vez de malas, generalizan los comportamientos de los demás (si alguien comete un fallo, es un incompetente para siempre), mientras que les gustan pocas actividades y demuestran poco interés por las relaciones sexuales.
Este tipo de persona ?raramente se siente cómoda hablando de sí mismo; a veces reconoce que tienen sentimientos desagradables, sobre todo al relacionarse con los otros, pero en otras ocasiones no ve su situación como un problema?, señala la psicóloga.
Relaciones en cortocircuito
Cuando se relacionan, los insociales suelen mostrarse irritables (les molesta casi todo, interpretan de modo incorrecto las señales de los demás y lo que aquellos hacen o dicen; a causa de ello, se pasan la mayor parte de su tiempo enfadados, por lo que se supone que debería ocurrir pero no ocurre).
También se sienten ?dueños de la verdad? (piensan que llevan la razón y entienden que ?se está en lo cierto o no?, y este concepto incorrecto les provoca malestar y enfado) y suelen ser manipuladores (tratan de que los demás hagan lo que ellos creen que es correcto, y no suelen respetar la opinión ajena: por eso es frecuente encontrarlos inmersos en disputas verbales).
También se observa en ellos reacciones agresivas (quizá no pueden controlar su agresividad y eso los lleva a mostrarse verbalmente muy agresivos o amenazar con golpear a su interlocutor) e insensibles (cuando intentan hacer entender a los demás ?su verdad? a través de insultos o malos modos, no son conscientes del daño que provocan en sus relaciones sociales, aunque ofrecen disculpas excepcionalmente).
Son individuos solitarios: tienen pocos encuentros con los demás y apenas se relacionan (excepto algún pariente cercano). De las pocas actividades que realizan, prefieren aquellas más solitarias, las tareas mecánicas o abstractas, como los juegos de computadora.
Cómo evoluciona el problema
?A corto plazo el huraño consigue sus objetivos, al intimidar a los demás y lograr que le atiendan y hagan lo que les pide, pero después las personas se alejan de quien, para lograr algo, se muestra desagradable o violento?, señala García Agustín.
?Después, la gente deja de prestarle atención y rechaza sus comportamientos y demandas, y al final recibe mucho castigo social y recriminaciones por comportarse de esa forma?, resalta.
Entonces, la persona que mantiene un comportamiento hostil lo cambia o se muestra aún más hosco, porque es la única forma que conoce de salirse con la suya, obteniendo más rechazo aún. ?Esto ocurre hasta que pone solución aprendiendo una forma de comportamiento alternativa o bien acaba aislado y ejerciendo sólo su malhumor con aquellos que se dejan?, expresa la psicóloga.
Cómo socializar a un insocial
A criterio de García Agustín, muchos comportamientos huraños se mantienen porque las personas los permiten. ?Si alguien te grita y lo consientes, seguirá gritándote, pero si dejas muy claro que no te gusta ese comportamiento y la persona quiere seguir manteniendo una relación contigo, tratará de cambiarlo o se romperá la relación?, enfatiza.
El primer paso para ayudar a una persona huraña consiste en pedirle que cambie su comportamiento, describiendo la situación, cómo le afecta y cuáles son sus consecuencias, sin prestar atención a las actitudes que se consideren desagradables.
Si no se sabe como actuar o ayudar al otro, si la situación es muy negativa o si no se producen cambios en la dirección deseada al pedir el cambio de conducta, hay que pedir ayuda profesional: ?no siempre es fácil aprender nuevas formas de comportarse cuando se lleva mucho tiempo actuando de determinada manera?.
7 pasos del cambio
Laura García Agustín describe una de las estrategias más eficaces para conseguir que un antisocial cambie de comportamiento:
? Describa al otro lo que ocurre. (?Te diriges a mí gritando, insultándome y diciéndome cómo tienen que ser las cosas…?).
? Exprese lo que siente. (?Me siento molesto, enfadado, triste…?).
? Acepte parte de la responsabilidad. (?Quizá yo sea sensible…?).
? Pida el cambio de comportamiento. (?Te pido que la próxima vez que quieras hacerme entender algo, lo hagas de una forma más agradable y suave, con un tono de voz más cálido, sin insultos ni amenazas, y tratando de escuchar mis opiniones…?).
? Explique los efectos positivos del cambio (?Así me sentiré a gusto y podremos comunicarnos mejor y llegar a acuerdos?).
? Si reconoce su desacierto, refuerce su interés (?Te agradezco que me escuches y tengas en cuenta lo que te digo?).
? Si no cambia, avísele de las consecuencias negativas (?Siento que no entiendas lo que te digo ni estés dispuesto a cambiar de actitud, pues lo que vamos a lograr es distanciarnos. Quiero que sepas que cuando te dirijas a mí en esos términos no voy a atenderte hasta que no lo hagas del modo que te pido?).