Mantener el humor es sano y divertido, pero cuando se trata de ?tomadas de pelo?, la gracia no es placentera. Sin lugar a duda quien mejor goza de ello es la persona que hace la broma u observa la acción, y eso es lo que suele ocurrir con frecuencia cada 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes.
Origen
Esta tradición, de origen pagano, no tiene nada de gracia, señala el presbítero Francisco Morales, de la parroquia San Miguel Arcángel, de San Miguel Petapa. Comenzó tras la matanza de niños menores de 2 años que ordenó Herodes, al saber que un rey iba a nacer en Judá y creyó que le arrebataría su trono.
Según señala el evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los sumos sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, a quien habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: ?Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: ?Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel? (Miq. 5, 1).
Por ello, Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran, y fingiendo dijo a los reyes magos: ?Vayan y averigüen acerca de ese niño; cuando lo encuentren, regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo?.
Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Niño Jesús junto a la Virgen María y José. Lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció a tal extremo, que rodeó Belén con su ejército y dio la orden de matar a todos los niños menores de 2 años, en la ciudad y sus alrededores.
Desde la Edad Media, monaguillos y sacristanes recordaban con humor este luctuoso suceso y la tradición bromista ha seguido hasta la fecha. Tanto así que medios de comunicación de todo tipo ese día sorprenden con noticias, fotografías, imágenes o propuestas que causan la extrañeza, admiración, indignación o carcajadas de los sufridos y despistados consumidores, indica Miguel Álvarez, Cronista de la Ciudad.
Intercambios
Según el historiador Celso Lara, del Centro de Estudios Folclóricos, es una de las tradiciones occidentales más antiguas que tuvo su auge en la década de 1930. Los monjes lo conmemoraban durante tres días, a partir del 28 de diciembre, y terminaba el 31, para iniciar el nuevo año.
Los religiosos acostumbraban intercambiar presentes como pan, vino, frutas y verduras, lo que luego se convirtió en una fiesta de jolgorio (bulliciosa).
Aquí también se heredó la tradición de intercambiar regalos. A partir de la década de 1960 esta costumbre empieza a desaparecer, por lo menos en Guatemala, probablemente porque se pierden las relaciones sociales que había en los barrios, indica Lara.
Álvarez considera que ?las bromas ya no son tan comunes en esta fecha, debido a que estamos en una época de globalización; la vida ahora es muy agitada?. En España aún se mantiene, por lo que ese día todos están atentos para que no les hagan pasar un mal rato.
Bromas comunes
Algunos reciben un obsequio envuelto en caja grande, pero cuando lo destapan encuentran dentro únicamente una insignificante sorpresa.
? Otra inocentada es recibir una botella de whisky de etiqueta fina, y al probar la bebida es de tamarindo o agua de miel.
? Antiguamente, los pasteleros hacían tortas saladas, aparentando ser dulces; o buñuelos con miel amarga.
? También se solía pegar letreros en la espalda de algún transeúnte, sin que éste se enterara.
? En las calles pegaban o clavaban monedas, con el propósito de azarar a los atrevidos que deseaban recogerlas.