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Pasión por los perros

Las pruebas son oportunidades. Así ve ahora la vida Érick Cruz, un joven de 29 años que en el 2012 sufrió un derrame cerebral mientras conducía su vehículo y quedó en coma inducido, lo cual lo obligó a abandonar su carrera universitaria, pero se encontró con un mundo más hermoso: el de los perros.

Érick Cruz muestra los trucos que puede hacer la pequeña Fibi, la chihuahua que le abrió el mundo canino y con la cual  viajó a Miami para participar en un curso de César Millán.

Érick Cruz muestra los trucos que puede hacer la pequeña Fibi, la chihuahua que le abrió el mundo canino y con la cual viajó a Miami para participar en un curso de César Millán.

Era un estudiante de auditoría que una semana después asistiría a su graduación; sin embargo, todo se derrumbó en cuestión de minutos, y el momento de su triunfó académico nunca llegó.

Cruz recuerda que empezó a sentir que se le paralizaba el cuerpo, dejó de sentir la mano y el ojo izquierdo y ya no pudo conducir. Se comunicó con su madre, Regina Cruz, para que lo auxiliara. Fue llevado a un hospital, porque su estado de salud era delicado, y quedó en coma inducido.

Los pronósticos médicos no eran alentadores, pero pudo salir del hospital a los nueve meses y, tras haber recibido terapia durante 20 días, volvió a caminar.

“Estuve en coma 10 días. Tenía 80 por ciento de probabilidades de quedarme como vegetal y 20 por ciento de probabilidades de salir del coma. Aun si salía, los médicos habían pronosticado que no hablaría ni caminaría en unos dos años, pero la fe pesa más que la ciencia. Ni yo ni mi familia creímos que eso fuera cierto. Dios se glorifica con mi vida”, relata Cruz.

Conexión

En el 2013, con poco entusiasmo, recibió un regalo que le ayudó a dar un giro a su vida. La pequeña Fibi, una chihuahua cabeza de venado muy activa. Cruz recuerda que él se molestaba porque no la podía cuidar. Su exnovia fue quien se la obsequió, con la idea de que él saliera de la depresión en la que se encontraba sumergido.

La pequeña Fibi le devolvió la sensibilidad en el brazo izquierdo, al lamerlo, y así empezó la conexión entre ellos.

“Mi exnovia me hizo el mejor regalo; hasta la fecha se lo agradezco. Fibi me dio amor incondicional. Eventualmente empecé a entrenar a la perrita sin ningún conocimiento, y rapidísimo aprendió trucos. A los 15 minutos aprendió a rodar”, afirma Cruz.

A partir de ese momento se entusiasmó con llegar a ser entrenador de perros, y le puso más empeño a la actividad. Entrenó a las mascotas de familiares y amigos.

Encantador de perros

Con su nueva ocupación, a Cruz le surgió la inquietud por conocer a César Millán, conocido como “el encantador de perros”, quien es un mexicano que reside en los EE. UU. y se hizo famoso por un programa televisivo. Sin embargo, no contaba con los recursos para viajar a tomar un curso con Millán.

“Un día, vino él —Millán— a Guatemala, y mi primera clienta me invitó al show. En el intermedio, me puse a la mitad del escenario a hacer trucos con Fibi, y todos quedaron impresionados. Al final del espectáculo lo pude conocer un poquito, y me impresionó su humildad”, relata Cruz.

Con el afán de cumplir su sueño, Cruz grabó un video en el que solicitó ayuda a los guatemaltecos para recaudar fondos y viajar a EE. UU, pero obtuvo poca respuesta y no completó lo que necesitaba.

Sin embargo, el video llegó a manos de Millán, quien de inmediato se comunicó con él para informarle que le regalaría una beca para recibir el curso, y pronto pudo viajar.

“Me volví loco. Pero pensé que iba a ser una experiencia normal, que yo iba a llegar a ser un entrenador como otros y que iba a pasar desapercibido. Estando allá, él se motivó más con mi historia, y me pasó adelante a hacer shows con Fibi. César me enseñó que lo primero que se requiere para un sueño es creer en uno mismo”, dice Cruz.

Su historia cautivó tanto a Millán, que este le dedicará un capítulo a Cruz en su próximo libro, que está por terminar.

Canino Real

Desde aquel momento hasta la fecha, Cruz se dedica a entrenar perros de varias razas y tamaños. En ese proceso fue fundamental el apoyo de su familia.

Para complementar su interés por los caninos y obtener ingresos, fundó el Hotel Canino Real, en el cual las mascotas pasean en jardines y no están en jaulas, por un costo de entre Q150 y Q175 por noche.

“Venía a este jardín a hacer mis terapias, donde también entrenaba a Fibi. Cuando ella estaba haciendo sus trucos se me vino la idea de que este era un lugar grande para perros, y así surgió el concepto del hotel”, explica Cruz.

Las mascotas están distribuidas en tres jardines, uno para perros pequeños, otro para los de estatura mediana y uno más para perros grandes. Además, se crearon amplios espacios para que estos salgan a caminar, sin olvidar sus acogedoras habitaciones, en donde descansan por las noches.

La jornada comienza a las 6 horas. Los perros salen a pasear, y desayunan mientras les limpian sus pequeños recintos. A las 10, salen a recreo. Juegan y realizan actividades especiales de acuerdo con su tamaño.

Por la tarde salen a socializar y a estar en paz mental y emocional. Antes de que caiga la noche, cenan, y posteriormente los acomodan para dormir.

Ayuda

Cruz sueña con poder ayudar a perros callejeros en todo el país, para que tengan una vida diferente y puedan ser adoptados.

“Dios me ha rehabilitado, y ahora quiero rehabilitarlos a ellos. Quisiera ayudar a las asociaciones que rescatan perros para que tengan un hogar y sean felices. Así como ellos me dieron a mí esa rehabilitación, yo quiero aportar lo que sé, lo que aprendí con César, con los perritos de la calle, que es donde está la necesidad”, afirma Cruz.

Este joven emprendedor tiene una visión integral: busca ser el mejor rehabilitador de perros y el mejor entrenador de personas, para balancear los hogares.

En su nuevo oficio, para Cruz quedaron atrás los números, puesto que no regresará a la auditoría. Ahora es un hombre más feliz, aunque realiza actividades con la mitad del cuerpo afectado. Juega golf, practica esquí y sueña con cambiar el mundo de los perros abandonados en Guatemala, entre otras cosas.

“Realmente ya no necesito ser auditor, porque hago lo que más me apasiona. Antes soñaba con ser millonario; ahora sé que soy millonario, porque soy feliz”, expresa Cruz.

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