“Me siento triste y molesto. Ya van más de cuatro ocasiones que me pasa lo mismo (Izabal, Suchitepéquez, Malacatán y Quetzaltenango) y las autoridades siguen sin hacer nada. Espero que la Liga Nacional hoy si se atreva a tomar cartas en el asunto, porque los gritos afectan mi rendimiento”, añadió.
“Siento que hay una persecución por parte de algunos aficionados en el interior para molestarme. El torneo pasado me tocó en Malacatán, y mañana me toca jugar nuevamente allí, y esperemos en Dios que ya no se repita”, señala el izabalense.
Ávila no duda en afirmar que los gritos malintencionados de los aficionados le merman su rendimiento, porque “se desconcentra”.
“Es complicado lidiar con eso. Ellos no entienden que todos somos iguales. Lo platicamos con Darwin Oliva, a quien también le gritaron, y eso nos desconcentra”, dijo.
El importante jugador en el armado de Enzo Trossero también arremetió contra el árbitro central del juego frente a Xelajú MC —Oswaldo Aldana— porque no reportó los gritos racistas.
“Desde el primer tiempo hablamos con el árbitro y él no hizo nada por ayudarme. Los gritos que también sufrió Jonny Brown —Marquense— en La Mesilla nunca los reportó”, puntualizó.