“Monseñor vive con su pueblo. La sangre de monseñor clama justicia y anima nuestro caminar”, se leía en algunas de las pancartas que los acongojados participantes elevaban al cielo; mientras que la cabeza de la manifestación ya había llegado al parque San Sebastián, cientos de personas todavía egresaban de Catedral Metropolitana.
Varios oradores pronunciaron dolidos discursos en la culminación de la caminata, y todos coincidieron en que el pueblo debe unirse y no permitir que el mensaje de terror que quisieron impulsar con este asesinato paralice el accionar del país.
En esta marcha participó también el sector evangélico, por medio de la Conferencia de Iglesias Evangélicas de Guatemala, que, tras efectuar un acto ecuménico en su sede, se solidarizó con los católicos y el pueblo en general.
Entre los participantes figuraron organizaciones de derechos humanos, sindicatos, de la Misión de Verificación de Naciones Unidas, Minugua. En representación del Gobierno asistieron los secretarios presidenciales Gustavo Porras y Raquel Zelaya.
Incienso y cánticos
En el interior de la Catedral, el humo de candelas, incienso, llantos y cánticos de esperanza que acompañaban el cuerpo de monseñor Gerardi hacían recordar las masacres que se dieron en el pasado, y por las que él trabajó para que ya nunca más volvieran a repetirse.