El hecho criminal ocurrió en la residencia de sus padres, en la cual vivía él también, tras la separación de su segunda pareja, en la 13 calle A 20-40, zona 7, colonia Kaminal Juyú.
Sin hacer ruido
Inés Avidán de León Santos, de 60 años, y su esposa, Ana Verónica Rodas Villanueva, 55, dormían tranquilamente sin sospechar que la muerte llegaría a su propia habitación, al igual que a la de su otro hijo, Estuardo Alfredo de León Rodas, 26.
Eran las 3 horas, cuando el victimario y otra persona —supuestamente su novia— entraron en la residencia sin hacer ruido.
Cubierto con gorro pasamontañas, se dirigió a la habitación de sus padres, a quienes ultimó con arma de fuego.
Luego, entró en el cuarto de su hermano, y también lo mató a balazos.
Por último, agredió a sus hijas, de 11 y 13 años, a quienes causó heridas con arma blanca. Las menores quedaron inconscientes en la cama, pero no murieron.
Borran huellas
Según las investigaciones de la Fiscalía de Delitos contra la Vida, a los agresores les bastaron 30 minutos para matar a tres personas y herir a las dos menores.
Después de haber cometido los crímenes, huyeron de la vivienda en el vehículo del hermano del agresor, y lo abandonaron en una finca, en el kilómetro 85, Puerto San José, Escuintla.
Prendieron fuego al automotor para no dejar huellas. El vehículo fue localizado el mismo día de los crímenes.
Herencia
Según las investigaciones, la decisión de matar a su familia habría sido para cobrar un seguro de Q100 mil, el cual recibió cuatro meses después del ataque mortal.
Se siguen las investigaciones, ya que al parecer el hechor también tenía la intención de cobrar otro seguro y apropiarse de dos casas.
De León Rodas también es sospechoso de haber asesinado a su novia, al parecer de nacionalidad hondureña, cuyo nombre no figura en el proceso.
Ella desapareció el 30 de agosto de ese año, y fue encontrada muerta en avanzado estado de putrefacción en una bodega en la colonia Toledo, zona 11, el 9 de septiembre.
Sin trabajo
De acuerdo con los investigadores, el victimario no tenía trabajo desde hace cinco meses.
Mantenía roces con su padre, ya que este le reclamaba que trabajara para mantener a los cinco hijos que tenía, con dos parejas diferentes.
Cuando se separó de su segunda esposa, De León Rodas regresó a vivir con sus padres, y llevó allí a dos hijas.
Después de haber cometido el crimen, regresó con su expareja y se fue a vivir a Quetzaltenango, donde fue capturado.