Se trató más bien de “una experiencia de oración y reflexión común entre líderes a los que, aun habiendo firmando un acuerdo de paz, les cuesta hacer que se respete”.
“Comenzaron un proceso, que termine bien. Habrá luchas entre ustedes, pero que se quedan en los despachos; ante el pueblo, ¡unan sus manos!”, dijo el jueves el papa argentino tras una oración conjunta.
Después se arrodilló ante el presidente de la República de Sudán del Sur, Salva Kiir, y el jefe rebelde Riek Machar, exenemigos llamados a gobernar juntos.
El acto del papa Francisco tiene lugar una semana antes de que el gesto se reproduzca en las iglesias de todo el mundo en referencia a la Última Cena, cuando, según la tradición cristiana, Jesús lavó los pies de los apóstoles y les indicó su vocación de servicio, señaló Andrea Tornielli.
Sudán del Sur, país de mayoría cristiana, es el país más joven del mundo tras haber obtenido la independencia de Sudán en 2011, tras 22 años de conflicto. En diciembre de 2013 se sumió en una guerra civil iniciada por la rivalidad entre Salva Kiir y Riek Machar, otrora aliados durante el combate común contra las autoridades de Sudán.
En septiembre, ambos firmaron en Adís Abeba un nuevo acuerdo de paz que establecía un reparto del poder y buscaba poner fin a más de cinco años de guerra civil, que dejó más de 380 mil muertos y llevó a cuatro millones de personas a huir de sus hogares.
El papa, quien felicitó el jueves a los firmantes presentes, expresó su esperanza de que “las hostilidades cesen por fin y se respete el armisticio”, insistiendo sobre todo en este punto.
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