Los católicos, por su parte, celebraron la Eucaristía en casi todo el país y en las calles, en las que tendieron las coloreadas alfombras de sal típicas de ese día.
Una de las mayores manifestaciones ocurrió en el popular barrio de Sao Gonalo, en Río de Janeiro, donde los vecinos cubrieron con alfombras de sal casi un kilómetro y medio de una avenida.
En Brasilia, según cálculos de las autoridades, cerca de 30 mil personas se dieron cita en la Explanada de los Ministerios, una amplia avenida que concentra todos los edificios del poder público y en la que también se sitúa la Catedral de la ciudad.
Frente al templo, también fueron extendidas largas alfombras de sal y fue oficiada una misa, tras la cual estaba prevista una multitudinaria procesión.