Un anuncio oficial soviético dijo que la muchacha entró en órbita a las doce y media del día y que media hora después estableció comunicación radial con su compañero Valery Bykovsky, quien se encontraba en órbita días antes.
Tereshkova informó que se sentía muy bien; en las pantallas de los televisores se vieron imágenes de ella dentro de la cabina de la nave. Su voz excitada y aguda se escuchó pese a la estática.
“Ésta es gaviota, ésta es gaviota”, dijo al comenzar cada transmisión. Los cosmonautas rusos toman el nombre de aves para identificarse en el espacio. Bykovsky se hace llamar “Halcón”.
La noticia de la puesta en órbita fue aplaudida en el mundo.
Lina Stern, fisióloga rusa, miembro de la academia de ciencias soviética dijo: “Esto demuestra en forma convincente, más que ninguna otra cosa, las excelentes cualidades inherentes al sexo débil. El vuelo demuestra que en este complicado campo de la actividad humana la mujer está a la par con el hombre”.
Un científico opinó que posiblemente las mujeres sean más útiles en los vuelos espaciales que los hombres.
Tres años atrás la cosmonauta era una desconocida obrera textil en su Yaroslav nativa, a 250 kilómetros al noreste de Moscú. Su capacidad atlética como paracaidista de un club deportivo, su talento como estudiante de una escuela técnica nocturna, y su devoción como activista del partido comunista, se conjugaron en su cita que un día debía mantener en el espacio.
La NASA no se pronuncia
Por su parte, el personal de la agencia nacional de aeronáutica y espacio (NASA) no comentó oficialmente el vuelo orbital de la cosmonauta rusa al conocerse la noticia, pero en privado aplaudió el nuevo éxito soviético en el espacio.