“No pueden pasar, no podemos permitirles que pasen, los compañeros lo saben y tienen que comprender”, dijo a los periodistas un oficial que estaba al frente de la Unidad de Mantenimiento del Orden.
El oficial se negó a comentar si son justas o no las demandas de sus compañeros. Los policías y los guardias de centros penales exigen un ajuste salarial de mil dólares mensuales.
“Las mujeres policías estamos aquí para defender nuestros derechos, queremos que nos den un salario justo, queremos que nos paguen mil dólares mensuales porque lo que ganamos no es suficiente para cubrir los gastos de nuestros hogares”, dijo una policía cubierta con el rostro cubierto.
Agregó que “salimos todos los días a la calle a defender al pueblo y arriesgamos nuestras vidas, cuando salimos de licencia nos están matando y no es justo lo que nos están pagando”.
El lunes en la noche pandilleros del Barrio 18 asesinaron a un agente de la policía destacado en la División de Protección a Personalidades Importantes quien logró sacar su arma e hirió a tres atacantes que fueron capturados.
Una mujer y un niño que pasaban por la zona resultaron con heridas de bala. En lo que va del año, los criminales han asesinado a 26 policías cuando se encontraban de licencia. En 2014 las pandillas intensificaron sus ataques contra policías y mataron a 39 agentes.
Marvin Reyes, vocero de los policías, explicó que a la marcha y concentración sólo se presentaron “los compañeros que están de licencia, porque muchos están trabajando para proteger al pueblo”.
“Este movimiento no se va a detener, la organización de los trabajadores y trabajadoras de la policía es una realidad”, agregó.
El policía denunció que el expresidente Mauricio Funes (2009-2014) prometió mejorar las condiciones de trabajo y salariales de los policías “pero solo cumplió con los oficiales, para ellos llegó la mejora bastante sustanciosa entre US$600 y US$1 mil 200”, agregó.
En tanto, el ministro de Justicia y Seguridad Pública Benito Lara informó que especialistas de la policía desactivaron una trampa explosiva colocada en un automóvil abandonado en una populosa colonia del municipio de Soyapango, en la periferia este de la capital.
