Pedro Valdo, un adinerado comerciante de Lyon, Francia, fundó la iglesia valdense en el siglo XII. Valdo renunció a sus posesiones para predicar un credo de sencillez y pobreza que condenaba los excesos papales. Fue excomulgado, y sus seguidores fueron perseguidos por Roma.
Hoy en día, los valdenses están unidos a la Iglesia metodista y dicen tener unos 45.000 seguidores, la mayoría en Italia, Argentina y Uruguay.
En un discurso ante cientos de personas en un templo valdense de Turín, Francisco condenó los actos atroces cometidos por los cristianos en nombre de la fe a lo largo de la historia.
“Por parte de la Iglesia católica, les pido perdón, lo pido por las actitudes no cristianas e incluso inhumanas y el comportamiento que les mostramos”, dijo Francisco con seriedad desde el altar. “En el nombre del señor Jesucristo, ¡perdónennos!”.
Su discurso, recibido con un cálido aplauso, recordó, aunque en pequeña escala, a las disculpas que ofreció san Juan Pablo II durante el jubileo de 2000. En varios actos ese año, Juan Pablo pidió perdón por las Cruzadas y por los malos actos cometidos por católicos contra judíos y otros grupos.
Francisco, un jesuita argentino, ha mantenido la sólida amistad con líderes protestantes y evangélicos que desarrolló como arzobispo de Buenos Aires.
Más tarde, el pontífice tenía previsto una comida y una misa por los miembros de su familia lejana, que proceden de la región italiana del Piamonte.