“Al principio no supe muy bien de qué tipo de animal se trataba, pensé que era un perro grande, pero al fijarme me di cuenta de que era un esbardo, que subía tranquilamente por las escaleras”, ha declarado este joven palentino de 26 años que decidió hace dos irse a residir a la montaña leonesa para “cambiar de aires” y “echar una mano a unos amigos”.
Mi primer impulso fue salir y tocarlo, pero luego no lo hice porque me advirtieron de que, al tratarse de una cría, la madre podría estar cerca y era peligroso”, ha añadido Montero, que explica que vio al animal poco después de las dos de la tarde.
El joven tuvo tiempo para hacer una foto al osezno, en la que el animal aparece prácticamente enterrado hasta el cuello en la nieve, y de llamar a un vecino del pueblo para comentarle lo que estaba viviendo.
“Cuando iba a hacer un video con el teléfono y abrí la puerta de la vivienda, el animal se dio la vuelta y rápidamente se escabulló por detrás de la casa”, comenta Óscar Montero, que considera que el animal pudo desorientarse a causa de la gran nevada caída y que incluso se internó en el pueblo buscando alimento.