El interés por el bádminton fue repentino, pero le pegó fuerte. Fue a finales de 1997, cuando el entrenador Amílcar Argueta ofreció una exhibición. En ese año Cordón Buezo cursaba el cuarto año de primaria.
“Al principiar 1998 me involucré de lleno. Empecé los entrenamientos de manera formal y con seriedad. En mayo de ese año fui al Campeonato Nacional, en Quiché, en la categoría infantil. Mi satisfacción fue total porque gané el primer lugar”, relató.
Sus condiciones fueron valoradas por los entrenadores, quienes lo incluyeron en la Selección Nacional que ese mismo año fue a competir al Panamericano, en Guadalajara, México.
La evolución del oriundo de La Unión fue rápida. Por esa razón se necesitaba de otro espacio y conocimientos para mantener la superación. En el 2002 llegó la invitación de la Federación de Bádminton para trasladarse a vivir a la capital.
“Eso fue clave en mi superación. Tenía 14 años. Mis padres me respaldaron en la decisión de dejar La Unión. Siempre me alentaron. Me dieron confianza, porque sabían que haría lo que me gustaba; sería bien orientado y no iría por malos caminos”, rememoró.
De esa decisión no se arrepiente, pues “fue lo más importante en mi vida. A los 14 años fui incluido en la Selección Nacional Mayor y fui a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en El Salvador. Fue otra sensación representar a Guatemala a ese nivel”, afirmó.
El siguiente paso
“Me acostumbré a estar lejos de La Unión y de mi familia, aunque siempre los extraño, especialmente cuando en el 2005 estuve dos meses en Sarbruken, Alemania, en la Academia de Alto Rendimiento de la Federación Internacional de Bádminton. Eso fue duro, porque uno está en otro país, las costumbres, la alimentación, los amigos y otros aspectos son diferentes. Fuimos cien jóvenes de distintos países del mundo con el objetivo de ser uno de los 15 que regresaría al año siguiente”, destacó.
Kevin dio ese paso, y fue uno de los escogidos para volver a la Academia en el 2006. Entrenar en la Academia, así como jugar el circuito europeo fue algo increíble. “En la Academia solamente hice y pensé en bádminton. No tuve tiempo para más. Fue difícil, pero me dio la oportunidad de mejorar”, señaló.
En el 2008 se propuso participar en los Juegos Olímpicos, en Pekín, China. Para hacer realidad ese sueño, el guatemalteco vivió grandes momentos de extrema presión. Mantuvo la constancia en los entrenamientos y trató de lograr los mejores puestos en los distintos torneos de Europa, en los cuales compitió.
Eso, porque debía de figurar entre los primeros cien jugadores del mundo que tendrían la oportunidad de clasificar a los Olímpicos. La adrenalina de Kevin Aroldo siempre estuvo alta, porque cada jugador tenía la misma intención. A finales de marzo se conoció que el zacapaneco iría a Pekín.
Sus buenas actuaciones vienen desde el principio en el bádminton. Por esa razón fue el abanderado de la delegación guatemalteca en los pasados Juegos Panamericanos, en Río de Janeiro, Brasil, 2007, en la Olimpiada, en Pekín, China y en los juegos Olímpicos de Londres 2012. “Llevar la bandera nacional es algo difícil de explicar, pero es lo máximo, porque uno se siente orgulloso de ser guatemalteco”, aseguró.
Una lesión en el 2013, estuvo a punto de alejarlo de las canchas, pero el zacapaneco nunca se dio por vencido y tomó fuerzas para dar lo mejor de el en cada paso de la recuperación, para recuperar su nivel y volver a poner el nombre de Guatemala en lo más alto de américa y el mundo.
A los triunfos de Kevin a nivel internacional, cabe resaltar las tres medallas panamericanas, una de plata en Río de Janeiro 2007, Oro en Guadalajara 2011 y el oro conseguido está tarde en Toronto Canadá.