LA BUENA NOTICIA

Roscas corruptas

Víctor M. Ruano

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Han mostrado no tener recato alguno al buscar el enriquecimiento ilícito de toda su parentela y sus secuaces en el sector privado o en el crimen organizado que les financian y luego les cobran con creces. Por eso no merece el voto ningún corrupto ni aquellos que están siendo denunciados por la Cicig; tampoco los tránsfugas, es decir, aquellos que cambian de partido en cada elección. Elijamos personas honradas, idóneas y capaces. “Es el tiempo de exigir a los candidatos veracidad, transparencia y honestidad” (CEG).

También he criticado la actitud de aquellos católicos que andan detrás de los políticos mendigando ayuda para levantar o reconstruir templos, celebrar fiestas patronales o adquirir aparatos electrónicos. Esto hace que tengamos en algunas comunidades templos que apestan a corrupción y fiestas religiosas con mucho folclor, porque algunos católicos son tan corruptos como los políticos, al hacer de “su servicio” a la iglesia un espacio para promover sus negocios y tranquilizar su conciencia. Estos católicos son de tan enana estatura ética que se escudan en una supuesta protección de la autoridad eclesiástica o de la ingenuidad de otras que les animan para ver qué consiguen.

De igual manera he criticado a aquellos católicos ingenuos y carentes de sentido crítico, aunque instruidos o directivos de fuerzas vivas en la Iglesia, que caen de rodillas “frente a engaños, propaganda falsa y populismos que promueven imposibles” (CEG). Es hora de que los católicos recuperen su dignidad y no se dejen corromper ni engañar. Que sepan ejercer con responsabilidad su derecho y deber de votar con total libertad; que sepan abrir bien los ojos, razonar con claridad y hacer la mejor elección.

Esta postura frente a la corrupción en la política partidista del país y en algunos incautos católicos, me ha traído la aprobación de unos y el rechazo de otro. Estos, con una visión religiosa trasnochada, han hecho como Amasías, hablándole al profeta Amós: “Vete de aquí, visionario y huye” (Amós, 7,12). Mientras que los otros han agradecido la luz que les ha aportado una palabra que ha querido ser profética en las circunstancias actuales de un creciente empobrecimiento de la población; palabra que ha querido situarse en el llamado de Dios: “Ve y profetiza a mi pueblo” (Amos, 7, 15).

Si no hay signos creíbles de conversión, es decir, de un cambio de mentalidad, los políticos corruptos deben ser expulsados, recibir el rigor de la ley y restituir lo robado; y ciertos católicos que andan detrás de ellos, que se dediquen a otra cosa, menos a participar en la Iglesia.

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