La niña dijo a los agentes que iba a la playa y que había visto cómo su coche se había marchado.
Los gendarmes lanzaron una alerta a través de la radio y fue entonces cuando la familia, que ya había recorrido casi 150 kilómetros, se dio cuenta del problema.
Los padres volvieron y se reunieron con ella cerca de dos horas más tarde, y fueron interrogados por los agentes, que no descartaron que se puedan tomar medidas judiciales contra ellos.