El primer ministro señaló que es el turno del pueblo griego de decidir mediante el voto “quién debe conducir a Grecia al camino difícil pero con esperanza que se abre”, además de qué fuerza política “negociará mejor la reducción de la deuda”.
“Pido un mandato fuerte para un Gobierno estable, junto con la sociedad que quiere reformas progresistas”, señaló, y se comprometió a que, en el marco del programa de rescate, habrá “medidas equivalentes” para reducir las consecuencias de la recesión a la que conducirán los ajustes previstos en el plan.
“No conseguimos el acuerdo que queríamos, pero dada la situación, conseguimos lo mejor posible”, aseveró Tsipras.
Sin embargo, dijo estar “orgulloso de la negociación” de su Gobierno con los acreedores y aseguró tener “la conciencia tranquila”, ya que “Europa no es la misma después de estos seis meses”.
El mandatario griego recordó que los acreedores proponían en un inicio “un periodo de financiación de cinco meses, además de duras medidas como “la eliminación de las ayudas sociales“ y después nuevas negociaciones”, pero su Gobierno ha conseguido “un acuerdo de tres años”.
El líder griego expresó sentirse “optimista” pese a “las dificultades” y señaló que el objetivo de un eventual nuevo Gobierno de su partido seguiría siendo luchar contra la corrupción y la evasión fiscal.
Intensa presión
Tsipras se ha visto bajo presión para convocar elecciones anticipadas después de haber perdido el quórum en el seno de su partido Syriza por las divisiones internas en torno al tercer plan de rescate para el país y las condiciones impuestas por los acreedores para recibirlo.
Unos cuarenta diputados de la formación de izquierda radical votaron en contra de las condiciones de austeridad que condicionaron la recepción de 86.000 millones de euros (96.000 millones de dólares) en tres años, lo que redujo la mayoría parlamentaria de Syriza a 119 del total de 300 escaños.
Elegido a finales de enero con una mayoría de 36%, Tsipras llegó al poder con la promesa de acabar con las duras políticas de austeridad impuestas al país desde 2010, en los dos rescates sucesivos que Atenas pidió a sus acreedores.
Finalmente, tras cerca de seis meses de arduas negociaciones con los acreedores, Tsipras cedió a las presiones de la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener el rescate y evitar así una salida del país del euro, que hubiera tenido graves condiciones para Atenas y también repercusiones inciertas para la economía mundial.