La pasión de Gálvez por la justicia comenzó en su niñez. Creció con series de televisión y películas que relataban aventuras de abogados y criminales.
Papillón, del francés Henri Charrière, o La isla de los hombres solos, del costarricense José León Sánchez, que narran cómo dos hombres son condenados a prisión por hechos que no cometieron, formaron el interés de Gálvez en leyes y justicia.
Trayectoria
Gálvez es capitalino, bachiller en Ciencias y Letras. Egresó de la Universidad de San Carlos como licenciado en Ciencias Jurídicas, tiene una maestría en Derecho Penal y está pendiente su tesis para otra en Derecho Procesal Penal por la Universidad Rafael Landívar (URL). Se ha especializado en criminalística y género.
Los últimos 16 años ha trabajado como juez. Es común verlo con saco y corbata mientras está en su juzgado, pero al llegar a su casa usa algo más cómodo, como él mismo dice. Así comparte con su familia después del trabajo. Los fines de semana ve partidos de futbol por televisión, aunque no muchos y no completos.
Gálvez es aficionado al Municipal y en ocasiones mira los juegos, aunque está atento a los resultados y la posición que la escuadra ocupa en la tabla. No le gusta ir al estadio.
Gálvez no habla mucho de su familia. Eso dicen quienes lo conocen. Su padre aún vive y su madre falleció hace algún tiempo.
La lluvia, el sonido del agua al caer en los techos, el olor a tierra mojada, la grama y los árboles le recuerdan su niñez.
Transformación
Gálvez está convencido de que por medio de la educación se puede cambiar el estado actual de la sociedad, por lo que le gusta dar clases a futuros abogados. Impartió cátedra hace tres años en la URL, a la que podría reincorporarse el próximo año, según sus ocupaciones en el juzgado.