“De alguna manera, sí nos inspira, pero no fue algo planificado, son las circunstancias de cada país”, señala, y subraya las diferencias entre España y Guatemala, país minado por la violencia del crimen organizado y la pobreza, tras 36 años de guerra civil (1960-1996) .
Fue un simple evento en Facebook el que encendió la chispa: el llamado a manifestarse el 25 de abril, luego que se revelara un escándalo de corrupción que alcanzaba al gobierno.
“Emitimos un comunicado para decir que no estábamos vinculados a ningún partido político, que no iba a haber ningún escenario porque no queríamos promover a ningún líder, y que queríamos hacerlo de forma pacífica”, explica Álvaro.
Gracias al boca a boca y a las redes sociales la convocatoria superó todas sus expectativas: unas 30 mil personas participaron de la primera manifestación, a la que asistieron familias, estudiantes, jubilados e indígenas.
Las marchas se fueron sucediendo así como las revelaciones de nuevos casos de corrupción, que salpicaron al propio presidente Otto Pérez, a quien el martes el Congreso despojó de su inmunidad para que sea investigado por la justicia.
El ambiente y el discurso de los manifestantes guatemaltecos recuerda a los “indignados”, vasto movimiento de protesta popular contra la corrupción que sacudió a España desde 2011.
“Efectivamente hay muchas similitudes, a excepción del contexto de violencia y de la cultura política existente bien entendida”, dice a la AFP Kevin Parthenay, investigador del Opalc, observatorio sobre América Latina del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po Paris) .
“Tomando en cuenta estos dos últimos aspectos pareceríamos más cercanos a la primavera árabe que a los indignados”, indica, y dice no estar “totalmente convencido” sobre un efecto de contagio a toda Centroamérica.
“Veo la emulación más posiblemente en Honduras que en El Salvador”, estima.
Hondureños con antorchas
En las últimas semanas comenzaron protestas en Honduras, donde el partido del presidente Juan Orlando Hernández (derecha) también es acusado de corrupción.
Alentados por los resultados de la comisión internacional de la ONU contra la impunidad en Guatemala (CICIG) , los hondureños, que también se autoproclaman “indignados”, exigen una comisión similar en su país.
Cada semana desfilan con antorchas, también reclamando la renuncia de su presidente.
“Antes los participantes en las manifestaciones eran vistos como vagos, vándalos, ahora eso ha cambiado, familias enteras hasta con niños salen a manifestarse, hasta los niños están viendo que la corrupción es mala”, señala Gabriela Blen, estudiante de 27 años en contacto regular con el movimiento guatemalteco.
Según Blen, “antes había una actitud pasiva hacia la corrupción y eso ha cambiado”.
“Los medios trataron de invisibilizar el movimiento, pero llegó a ser tan grande que les resultó imposible” , indica por su parte Paul Emilio Zepeda, abogado de 28 años involucrado en este movimiento que hasta ahora ha reunido hasta 100 mil personas.
Compartir experiencias
Los “indignados” de Guatemala esperan también inspirar a El Salvador, donde está prevista el próximo sábado la primera protesta.
“Les estamos dando mucha información, compartiendo nuestra experiencia”, explica lvaro Montenegro.
En este país es el expresidente Francisco Flores quien está involucrado en un escándalo de corrupción, pero hasta ahora no ha surgido ningún movimiento de protesta. Tampoco en Panamá, donde el exmandatario Ricardo Martinelli, investigado por la justicia, dejó el país en enero.
En El Salvador “sobre todo la derecha opositora quisiera ver cuanto antes instalada alguna comisión al estilo de la CICIG de Guatemala”, explica el analista Dagoberto Gutiérrez.
Y en Panamá “hay un despertar en la población, que empieza a estar cada día un poco más atenta a los temas de corrupción”, comenta Ramón Arias, presidente de la Fundación para el Desarrollo y la Libertad Ciudadana.
Esto “no ha tomado quizás la fuerza de Guatemala y Honduras en los últimos tiempos, porque aquí la gente es quizás un poco más pasiva ante los escándalos de corrupción pero (…) se comienza a ver un sentimiento generalizado de que la corrupción no es tolerable” , explica.
En España el movimiento de “indignados” derivó en 2015 en el éxito político de los partidos Podemos y Ciudadanos.
En Guatemala, donde habrá elecciones generales el próximo domingo, “apenas estamos empezando” , observa Manfredo Marroquin, presidente de la ONG Acción Ciudadana, rama local de la organización contra la corrupción Transparency International.
Pero cree que si esto no se traduce más adelante en una fuerza política, “no sirve para nada”.