La red social de fotografía, propiedad de Facebook, celebra un lustro el próximo 6 de octubre con 400 millones de usuarios, un crecimiento que, según el directivo, responde a que se ha articulado como una plataforma para la expresión “auténtica y creativa” tanto del yo como de lo que sucede en el mundo y en un lugar en el que conectar con otras personas con las que se comparten intereses.
“No es una sala de chat, ni un sitio en el que ser anónimo, sino un espacio en el que decir así soy yo y esto es lo que me interesa”, asegura Quarles.
“En nuestros mejores días, somos la red social de la felicidad. Pero la felicidad no es la única emoción expresada: hemos visto las revueltas en Estados Unidos, las tormentas de nieve, la crisis de refugiados… Hay imágenes duras y que impactan, no sólo felices y alegres. Tenemos 400 millones de cámaras documentando lo que está pasando en el mundo” , recalca.
La inmediatez y la comunidad han sido claves en el crecimiento, sostiene, más que la búsqueda de la foto perfecta o de los filtros.
También la inyección de Facebook -que adquirió Instagram en el 2012 por US$1 mil millones de dólares-,: “habría sido imposible sin Facebook”, reconoce.
Desde este mes, los usuarios de todo el mundo verán anuncios en Instagram y a partir de este miércoles la publicidad estará disponible para todo tipo de anunciantes, grandes o pequeños.
“La publicidad se convertirá en una parte natural de la experiencia de Instagram. Estamos muy pendientes de los datos para averiguar la cantidad adecuada de anuncios que no entorpezcan la actividad de los usuarios, para lograr el equilibrio. Siempre decimos que ver anuncios en Instagram ha de ser como hojear una revista”, subraya.
Quarles insiste en que el equipo realiza un seguimiento continuo de las estadísticas y de la respuesta de los usuarios a los anuncios para determinar qué propuestas funcionan.
Para ello, continúa, trabajan con las marcas para poner en marcha anuncios interesantes, tratan de atinar sirviendo las publicidades a las audiencias adecuadas -con el mismo sistema de Facebook- y dan importancia a la herramienta con la que los usuarios indican que quieren ocultar un determinado anuncio o a una marca.
Por el momento, Quarles descarta que Instagram vaya a convertirse en una plataforma de comercio electrónico y defiende que se trata de un entorno más propicio para el descubrimiento de marcas y productos que para la compra.
Tampoco aparece en el horizonte de la red social el lanzar una versión libre de anuncios a cambio de una suscripción mensual de pago, como hacen servicios como Spotify.
“Nos interesa más que crezca nuestra comunidad que limitar el crecimiento con ese tipo de modelo de negocio. La suscripción no tiene sentido para nosotros. Todo el mundo verá anuncios en Instagram, será algo natural como lo es en televisión o en revistas”, enfatiza.
Según Quarles, el impacto de las campañas publicitarias en Instagram es 2.8 veces superior al de los anuncios convencionales en internet.
El directivo cuenta que los cambios de la plataforma en el futuro cercano tendrán que ver con proveer herramientas creativas a los usuarios, con mejorar el descubrimiento de las imágenes que pueden ser relevantes para ellos y con las comunicaciones directas y privadas entre usuarios.
¿Y la realidad virtual?
“Habrá algo de experimentación con fotos esféricas en las que veas más de 180 grados. (…) Nos encanta innovar, pero no estoy seguro de cómo podríamos incluir la realidad virtual desde el punto de vista tanto de la producción como del consumo”.