Los padres, Antonio Lago y Estela Ordóñez, comparecieron este miércoles ante la Prensa tras una reunión con el equipo médico que atiende a su hija en la que los facultativos les reiteraron que no se ha llegado “al punto de retirada de la vida artificial”.
Los progenitores sostienen que desde septiembre del 2014 la niña ha empeorado gravemente y sufre un deterioro extremo, hasta el punto de que su cuerpo “no aguanta más”, según señaló la madre.
Estela Ordóñez contó que su hija nació con esa enfermedad neurodegenerativa y que ella ha sido para Andrea “las manos, los pies, la boca, la voz”, por lo que, como su cuidadora, sabe que “su cuerpo no va a más”, y que ir “dejándola apagarse” mientras sufre es algo con lo que no está de acuerdo.
La mujer aseguró que la niña todavía los conoce y tiene relación con ellos, algo que temen que se pierda en breve, por lo que quieren “dejarla ir tranquilamente”, ahora que siguen “teniendo conexión”.
El servicio de pediatría del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago alude a la legalidad y la “buena práctica clínica” para asegurar que actúa en este caso “según los principios más estrictos de la ética.
En una nota, el centro se compromete a la “limitación del esfuerzo terapéutico” con el objetivo de “evitar en todo momento la obstinación terapéutica, tal y como recoge la ley”.
Un hospital gallego rechaza la 'muerte digna' de una niña que piden sus padres http://t.co/YVhEvFj9vX via @elmundoes
— u (@RebecaYanke) September 30, 2015
La Asociación Derecho a Morir Dignamente ha implorado en un comunicado que se atienda a este matrimonio, que tiene otra hija de siete años, y solicita que se alivie el sufrimiento de Andrea con una sedación paliativa.
En España la eutanasia y la ayuda al suicidio están castigadas con penas de cárcel de hasta seis años, según establece la legislación en vigor, a pesar de algunas iniciativas para modificarla.
Difícil decisión
La decisión ambos padres no fue fácil. Ellos han dicho que esta dura decisión la tomaron para no continuar haciendo sufrir a la pequeña, tras darse cuenta de la gravedad de la situación.
“La comodidad de Andrea es muy baja” por lo que no se debería de poner en duda el criterio de la decisión, declaró su madre Estela al diario español El Mundo.
La pareja también se ha mostrado indignada a quienes les sugieren llevar a la niña a casa porque lo interpretan como una medida para “lavarse las manos”, ante el problema que afrontan con “todo el dolor de nuestra alma”, declararon.
En julio último el parlamento gallego aprobó una ley de derechos para enfermos terminales sin eutanasia.
Se supone que con esta el paciente tiene garantizados cuidados paliativos y uso de sedación sin fines de aliviar el sufrimiento, según la nota publicada por El Mundo.
