LA BUENA NOTICIA
Matrimonio y familia
Hoy comienza en Roma la 14° Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Desde hace 50 años, esta institución reúne periódicamente a obispos procedentes de todo el mundo, para tratar asuntos de grave interés para la Iglesia. La Asamblea no toma decisiones, pero hace propuestas al Papa sobre el tema tratado, y de este modo colabora con él en la responsabilidad de guiar a la Iglesia. La Conferencia Episcopal de Guatemala eligió como su delegado a Mons. Rodolfo Valenzuela, obispo de La Verapaz. Esta Asamblea tratará el tema “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Se espera que esta reunión promueva acciones que fortalezcan a la familia, para el bien de la sociedad.
La familia es la institución fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, que se unen de manera permanente para apoyarse mutuamente, engendrar los hijos, educarlos. La familia es la célula básica de la sociedad. A veces la familia incluye otras personas, como pueden ser los abuelos y otros parientes. Hay matrimonio y familia en todas las culturas y en todas las religiones. La familia es una institución que pertenece a la naturaleza humana porque sus características están inscritas en la misma condición humana. Por lo tanto, no se trata de una institución católica, pero Cristo santifica y consagra el matrimonio cuando se realiza entre bautizados.
El matrimonio tiene tres cualidades, que expresan su realización más plena y su humanización más depurada. Estas cualidades son la unidad, la permanencia y la fecundidad. La unidad se basa en la igual dignidad del hombre y la mujer que exige que el matrimonio sea de uno con una, excluyendo toda forma de poligamia aceptada o clandestina. La permanencia significa que los contrayentes se toman en serio de por vida, lo que les obliga a prepararse para hacer juntos el camino, a madurar ante las adversidades, a dialogar y buscar ayuda en las desavenencias y a perdonarse en las ofensas mutuas. La fecundidad indica que el propósito de engendrar hijos como fruto y expresión de su amor y entrega mutua es parte integral del proyecto de la pareja que se casa. Las excepciones no menoscaban cualidad.
La humanidad ha hecho un camino largo para descubrir esas cualidades. Llevó milenios comprender que la dignidad humana exigía que el matrimonio fuese de uno con una. Otras veces ha habido retrocesos en la aceptación de las cualidades del matrimonio, socavando así la integridad de la familia. El divorcio menoscaba la permanencia y la estabilidad. En nuestros días, la ocurrencia de que se puede llamar matrimonio a la unión de parejas del mismo sexo ha cobrado vigencia en algunas sociedades, desligando así el matrimonio de su fundamento natural en la complementariedad natural de la sexualidad humana.
La familia está hoy en grave crisis, porque el matrimonio ha sido sometido a desgaste y experimentos sociales. Como nada humano es ajeno a la preocupación de la Iglesia, el Sínodo se ocupa de esta institución para reafirmar su grandeza y motivar a las familias a crecer en humanidad y santidad.