Para recordar su creación está abierta de lunes a sábado, este mes, una retrospectiva en la galería del proyecto Poporopo, 4a. calle 7-46, zona 1.
López, quien solía firmar con su número de cédula A-1 53167, nació el 13 de abril de 1964. Comenzó a mostrarse desafiante cuando de las clásicas anatomías musculares empezó a extraer expresiones que se saltaban los cánones o más bien los ironizaban.
Después empezó a presentar intervenciones en espacios públicos, como cuando regó carbón en una calle por donde pasaría el desfile del Día del Ejército —acción documentada que le valió un premio en la Bienal de Venecia 2001— o la vez que con un arma prestada y descargada asaltó a un hombre y con el dinero obtenido organizó un cóctel, con lo cual hizo cómplices a todos los asistentes.
“Las propuestas de Aníbal siempre las determinaba desde un punto de quiebre; la lógica muchas veces no era su intención, menos lo obvio”, dice David Urbina, amigo del artista y curador de la exposición, quien no lo ve como un excéntrico: “Fue un tipo simple, muy racional, cargado de demonios y vivencias fuertes. Creo que construyó a partir de sus propias vivencias y creo que su interés en crear no se basó en la aprobación”, continúa Urbina.
Sobre la muestra, añade que existía el proyecto desde antes que el artista falleciera. “No era la intención hacer una retrospectiva y menos un homenaje póstumo, sino de crear diálogos y estar claros con lo vigente de su propuesta, independientemente de la época”.
Es así como en la muestra se incluyen pinturas, instalaciones, registros en video y sobre todo, la huella de un artista irrepetible que en la época del DPI seguirá siendo recordado por su número de cédula de vecindad.
La exposición estará abierta de lunes a sábado, durante octubre.
