Con dos cestas, los Obama repartieron caramelos a los niños, disfrazados de tortugas, esqueletos, ratones o brujas, mientras sonaba la guitarra de Jimmy Hendrix, la canción “Superstition” de Stevie Wonder y la banda sonora de la serie de la década de los 90 de “la Familia Adams”.
En su recorrido por los jardines encantados, los pequeños vieron calabazas, espantapájaros, malabaristas y, por primera vez, una colorida “catrina”, calavera sonriente muy popular en el Día de los Muertos de México y que con los colores de su elegante vestido quiere dar una nueva dimensión a la muerte.
Para celebrar Halloween (procedente del inglés “Hallow Eve” o Víspera de Difuntos) , la Casa Blanca y sus jardines se ha transformado en un bosque encantado, con trapecistas, calabazas y en el que se muestran diferentes representaciones culturales de esta noche encantada, muy importante para EE.UU.
Esta celebración, que se remonta a los rituales célticos de hace miles de años, sacó a la calle en 2014 a 41.2 millones de niños de entre 5 y 14 años, según datos de la Oficina del Censo de EE.UU.
Como cada 31 de octubre, este año la ceremonia se repetirá y millones de niños recorrerán las casas de sus vecinos disfrazados y pidiendo dulces, a cambio de evitar “el truco” o las travesuras con las que la tradición manda castigar a los tacaños.