Sus opositores, en desventaja ante la hegemonía mediática chavista, tampoco están para ceder el espacio libre de las redes sociales, menos aún si varias encuestas les dan por primera vez posibilidades reales de obtener la mayoría en un parlamento controlado por el chavismo desde hace 16 años.
“La gente se enfrenta a un escenario en el que el gobierno controla la mayor cantidad de medios posible, lo cual genera desinformación. Si bien las redes no son salvadoras, funcionan para un segmento”, comentó Luis Carlos Díaz, experto en redes sociales.
En Venezuela, donde más de 60% de la población usa Internet -según la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), que evaluó su penetración hasta junio de 2015- la política es el tema preferido de los tuiteros.
De acuerdo con la firma Tendencias Digitales, hasta 2014 más de cuatro millones de venezolanos tenían cuentas activas en Twitter, y un 98% de esos usuarios son menores de 50 años.
Díaz explica que entre el 2009 y el 2010 ocurrió el mayor crecimiento del número de usuarios de Twitter por dos razones principales: el presidente Hugo Chávez -fallecido en 2013- abrió su cuenta úchavezcandanga e invitó a sus partidarios a hacer lo propio. Por otra parte, el canal Globovisión, antes crítico del gobierno, promovió la plataforma.
Transmedia
El excandidato presidencial Henrique Capriles, que en 2013 perdió las elecciones frente a Maduro por 1.5 puntos, suele invitar a sus cinco millones 560 mil seguidores a enviarle preguntas que promete responder de inmediato.
Muy activo en esta campaña, pide el voto para los diputados de oposición bajo el lema del “cambio” en un país agobiado por la escasez y la inflación. Antes de cada conferencia instala frente a él un teléfono móvil para transmitir por Periscope.
2 millones 560 mil seguidores tiene Maduro en Twitter.
Esa red, que permite compartir videos en tiempo real, es, según Díaz, efectiva para que un líder fortalezca su militancia, pero no atiende a una audiencia masiva.
A su juicio, el reto del marquetin digital, aún no logrado ni por la oposición ni por el chavismo, es una “narrativa transmedia”, un mensaje que se pueda desplegar en diferentes plataformas.
“El chavismo pareciera tenerlo todo, pero intenta encadenar con un mismo tipo de mensaje y eso cansa. Intenta el totalitarismo en medios, pero no logra ser atractivo ni seductor”, opina.
La hegemonía
Desde la cancelación en el 2007 de la frecuencia de Radio Caracas Televisión (RCTV), canal más antiguo del país y crítico de las políticas del entonces presidente Chávez, el Gobierno arreció su política de control mediático.
En el 2009 Conatel, entonces dirigida por el actual presidente de la Asamblea y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, abrió procesos administrativos a 154 estaciones de radio y cerró 32 de ellas.
Carlos Correa, director de la ONG Espacio Público, explica que aquella decisión tuvo “un efecto muy fuerte” en el resto de las emisoras, que se sintieron “muy vulnerables a la presión del órgano regulador”, lo cual desembocó en autocensura.
Entre el 2013 y el 2014, recuerda Correa, se produjo la venta de Globovisión y de los periódicos El Universal y Últimas Noticias, que modificaron sus líneas editoriales generando “un ecosistema muy restrictivo que convirtió a las redes sociales y sitios web en los espacios con mayor libertad” .
No obstante, William Castillo, actual director de Conatel, reconoció en junio ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas que 1.060 páginas de Internet fueron bloqueadas “legalmente” por requerimiento de otras autoridades.
En un país con una marcada polarización política, sólo una etiqueta, de usuarios chavistas y opositores, pareció hallar el consenso: #VotaEl6D.