La viuda de Pérez Chunchuy, Silvia Tizol, quedó a cargo de sus ocho hijos y dos niños más que le dejaron a cargo.
El asesinato contra este piloto ocurrió el 5 de junio, fecha que marcó la vida de esta humilde familia que reside en la colonia Chácara, zona 5.
Para conseguir el sustento diario, Silvia Tizol vende comida en el extremo de buses de la zona 5. La aspiración de un futuro mejor, es mínima.
Sin indiferencia
Marvin Siliézar, de 37 años, también es piloto. Solo que él lo hace para un callcenter. Es padre y las historias que quedan como secuelas a la violencia en el transporte colectivo lo conmueven.
“Tengo dos hijos, de 4 y 8 años. No me hago a la idea si yo no estoy a su lado”, explica.
Se le ocurrió reunir víveres, una canasta y preparar comida para visitar a Silvia y sus hijos.
Acompañado de su familia, Marvin llevó un momento de alegría a la casa de estas víctimas de la la violencia.
“Muchas veces uno es indiferente con lo que ocurre alrededor. La violencia, la pobreza y el abandono son parte de nuestra realidad y no queremos ver”, dice, y añade que compartir con los que necesitan es de las mejores lecciones de la vida.
“El círculo de la violencia se acaba con amor y comprensión”, finaliza la familia Siliézar López.