El guatemalteco difunde mensajes de amor y esperanza a los jornaleros. “Convertirme en locutor era un destino, pero para llegar a una cabina me tomó 52 años”, comenta el migrante de 61 años.
Bautista llegó a Los Ángeles en el 2000, con la idea de trabajar tres años y regresar al país, pero la falta de empleo en Guatemala lo motivaron a seguir en Los Ángeles. En el 2005 se unió al Centro de Jornaleros del Instituto de Educación Popular del Sur de California (Idepsca), que ayuda a los indocumentados a encontrar trabajo, pero su sorpresa fue que en el lugar funciona la Radio Central Laboral (RCL), una emisora que transmite a través de internet.
“Desde que entré me sentí apasionado por estar en la cabina. Me dieron la oportunidad y fue mi primera experiencia en radio. Ahora soy locutor en la Radio Unidad Cristiana Récord, donde tengo un programa de 15 a 16 horas, de lunes a viernes —hora de Guatemala—, la cual también se transmite por internet”, comentó Bautista González, también conocido orgullo chapín.
Por falta de financiamiento, la radio de los jornaleros cerró y Bautista continuó su camino en busca de otras opciones para seguir en el medio. En la emisora RCL alcanzó siete mil oyentes. Cuenta que tuvo reportes de que era escuchado en Japón, España, México y toda Centroamérica.
Los viernes se traslada a Pasadena, California, donde colabora para la Radio 1580.
Para Luis, la locución le abrió puertas y ha sido tanta la aceptación que grandes cadenas de noticias de EE. UU. han contado su historia, la de un migrante jornalero que se convirtió en locutor. Ha sido entrevistado por medios como Univisión, El Nuevo Herald, de Miami y Fox News en inglés y español.
En el 2011, Bautista obtuvo el diploma de Taller de Locución y Producción Radial, curso de seis meses que fue impartido por la radio 9.7, de Hollywood.
La vida de Bautista transcurre entre la cabina de radio y su trabajo de jornalero, que es con el que se gana la vida.
Actualmente se dedica a pintar casas y a la jardinería. A través de la radio ofrece la mano de obra de sus “compas” y suya.
“Disfruto lo que hago, aunque no tengo dinero”, resalta el guatemalteco, quien aún derrama lágrimas por no poder ver a su padre y a sus hijos, que viven en Guatemala.
“Sueño con tener mis documentos en orden para viajar a Guatemala. El día que eso ocurra imitaré al papa Juan Pablo II y besaré el suelo que me vio nacer”, asegura.