La tradición ha impuesto que se debe hacer un alto para conocer el sitio y la historia que se origina en ese lugar. Allí descansan, acampan y toman alimentos.
El sitio tiene bastantes atractivos, no sólo porque es una área natural, sino porque es embellecida por una vertiente de la quebrada El Zapote, que pasa por el lugar.
La leyenda
Según la leyenda, una pareja de compadres viudos, hombre y mujer, se detuvieron en el lugar para descansar, relató Jorge Arquímedes Manchamé Palma, cronista del lugar y autor del libro Remembranzas y andanzas de un mulero.
El agotamiento era comprensible, pues en aquel entonces, los vehículos eran escasos, por lo que los compadres habían efectuado el recorrido a pie, relató el cronista.
Era una noche muy fresca y obscura. La soledad les impidió contener la tentación y se olvidaron del sacramento que debían respetar. “Por ello, como castigo, fueron convertidos en piedras”, expuso Manchamé.
La historia data de hace más de doscientos años y, pese a los cambios culturales que la época moderna ha impuesto, muchos visitantes llegan continuamente. El magnetismo que tiene la piedra es tal, que muchos la utilizan para celebrar ceremonias religiosas.
Jorge Monroy, uno de los vecino del lugar, consideró que la Municipalidad de Esquipulas debería de invertir en la promoción y adecuación de este sitio, pues continúa siendo un atractivo turístico.
La piedra de los compadres se convirtió en el mirador de Esquipulas cuando los peregrinos, provenientes de Chiquimula, avistaban la basílica. Era un sitio para descanso, y sigue siendo cautivador para cientos de personas que desean una vista espectacular del valle de Esquipulas.