Tras un año y tres meses aproximadamente de no presentar ninguna actividad volcánica, el Pacaya lanzaba lava, arena, cenizas y piedras hasta cinco mil metros de altura, cayendo en la ciudad capital, los departamentos de Escuintla, Sacatepéquez y Chimaltenango, y el este de la carretera a El Salvador.
Las zonas más afectadas fueron las poblaciones cercanas al coloso. Mas de mil pobladores de las aldeas El Caracol, El Patrocinio y el Rodeo, ubicados en San Vicente Pacaya, debieron ser evacuadas para evitar mayores daños, pues se registró que llovieron piedras de casi dos pulgadas de diámetro, según información de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, Conred.
Las Brigadas de Socorro integraron a miembros de la Cruz Roja, cuerpos de bomberos, Policía Nacional Civil y el Ejército de Guatemala. El Ministro de Salud Pública, Mario Bolaños, declaraba que no se lamentaban pérdidas de vidas humanas y tampoco personas con quemaduras. Sin embargo, 168 familias debieron ser refugiadas en un albergue municipal por temor a nuevas explosiones.
Órdenes oficiales
El Presidente Alfonso Portillo, quien recién tomaba posesión el 14 de enero de ese mismo año, al ser informado de lo ocurrido, se movilizó hacía la sede central de la Conred, para dar instrucciones precisas para que algunos de sus ministros se desplaaran al lugar y asistieran a los damnificados.
Luego de tres horas de intensa actividad el volcán aplacó su furia y aunque no se reportaron daños personales, los cultivos de maíz, frijol y café fueron afectados.