Belice —antiguamente Honduras Británica— poseía un autogobierno interno que se remontaba a 1964, pero desde entonces rechazaba la independencia sin una estricta garantía defensiva, que los británicos eran reacios a proveer.
Los temores de los beliceños se basaban en los reclamos planteados por Guatemala sobre este, territorio, respaldadas por continuas declaraciones bélicas.
Una ronda anterior de conversaciones secretas entre 1971 y 1972 fue interrumpida por Guatemala cuando Inglaterra duplicó el número de efectivos en la frontera con Belice.
Estas se reanudarían, pero sin Belice, indicó entonces Richard Possnet, entonces gobernador británico en el vecino país. El caso de Belice, que para entonces ya llevaba más de siglo y medio de existencia, ha sido uno de los más controversiales en la historia del colonialismo europeo.
De hecho, una de las teorías políticas del derecho invocada por los británicos era que Guatemala, al momento de independizarse de España no había tenido el cuidado suficiente de la colonia beliceña. Este argumento también fue sostenido por México, que en también, en algún momento, tuvo intenciones de reclamar ese territorio.
Guatemala parece —sola entre los participantes en la disputa— tener poco qué perder del continuo estancamiento. Gran Bretaña se sentiría feliz de retirar sus tropas, si igualmente el gobierno de Belice se hubiera liberado de toda amenaza de invasión, se comentaba en una nota internacional de la época.
Soberanía
Una de las razones para que Belice se independizara lo constituyó el alegado de que dicho territorio nunca formó parte de la colonia Guatemala Colonial y que en el tratado firmado en 1859 por el país centroamericano, se reconocía la soberanía británica sobre el territorio.
Guatemala se basaba en el argumento de que el Reino Unido anuló el acuerdo, a no construir una carretera hacia su capital, mencionada en las cláusulas del mismo. La discusión sobre este punto se ha venido esgrimiendo desde entonces.
En la nota de entonces, se indicó que “a pesar de los argumentos legales, existen varias razones poderosas para continuar la controversia sobre este remoto y lluvioso pequeño trozo de tierra. Guatemala justifica su necesidad de Belice, insistiendo que debe poseer una costa norteña para darle una salida al vecino distrito de El Petén, una región extensa y vacía, de jungla subtropical, separada por montañas del resto del país”.
Funcionarios británicos señalaban que Belice, un territorio subdesarrollado que contenía solo 135,000 pobladores, aumentaría los problemas económicos y el presupuesto de defensa guatemaltecos.
Los británicos, por su parte, buscaban en las próximas conversaciones, un acuerdo comercial y económico, a efecto de neutralizar el argumento guatemalteco de necesidad de desarrollar Petén y de dar un paso adelante hacia un acercamiento.
Tal acuerdo dejaría de lado realmente el punto principal concerniente al control futuro de la defensa de Belice y la política exterior, entonces en manos británicas.
Postura
Observadores diplomáticos decían, entonces, que Price estaba dispuesto a concertar su propia política exterior con la posición anticomunista guatemalteca, durante un período limitado, para lograr su independencia, pero que nunca permitirá que tropas de Guatemala tuvieran participación en la defensa del territorio.
Por ello, la disputa no resuelta, dejaba a Gran Bretaña en la obligación de mantener allí sus tropas por un período indefinido del futuro.
Como Posnett lo interpretaba: “Es realmente menos embarazoso mantener un contingente militar en continente americano y sería aún menos si nunca se le comprometiera en tiroteos”.
La colonia británica se unió además al mercado común caribeño, en un esfuerzo por rodearse de países amigos de la región.
Pero funcionarios beliceños admitieron que cualquier arbitrio internacional sobre el problema, fuera en la ONU o quizás en la corte de La Haya, presentaría un riesgo importante: las posiciones guatemaltecas perderían solamente ambición nacional, los beliceños en cambio podrían ver comprometidas sus esperanzas de independencia, si la decisión hubiera sido contraria a sus intereses.
Un extremo político entonces sostenido era que Belice podría convertirse en refugio de la entonces floreciente guerrilla.
A pesar de que el Reino Unido y Guatemala planeaban reabrir negociaciones, luego de tres años de interrupción, existía poca esperanza de un acuerdo sobre la salida de los ingleses.
George Price
Para finales de los años 1970 ya el nombre de George Price figuraba como el artífice de la independencia beliceña. La ambición de ver a su colonia inglesa natal convertida en país libre se concretó el 21 de septiembre de 1981, junto a sus aspiraciones de ser primer ministro de la nación.
Ese año, Price ofreció someter a un referendo las bases de entendimiento acordadas con Guatemala, previo el señalamiento de la fecha de independencia.
El pueblo esperó en vano aquel referendo, y luego Price dio a conocer las bases, pero a su manera, eliminando los puntos acordados el 11 de marzo del corriente año, en Londres, Inglaterra.
Price temía realizar el referendo porque el resultado hubiera sido que “antes de la independencia se lograra un acuerdo con Guatemala”, y él no estaba dispuesto a ceder un centímetro de tierra.
Video promocional de turismo en Belice. (Video: tomado de Youtube)