Las medidas que aplicará en el 2016 el Ayuntamiento de Nueva York no satisfacen del todo a su alcalde, Bill de Blasio, que pretendía acabar con todos los carruajes sin excepción al considerar la tradición “inhumana”, pero sí eliminará la presencia las carretas de caballos de las transitadas calles neoyorquinas.
“Es una regla que no tiene ningún sentido. Los caballos están bien, sanos e incluso tienen semanas de vacaciones”, explicó Jordan, conductor que lleva más de tres años “repartiendo felicidad” entre los que deciden pasear por la ciudad de este modo centenario.
El conductor, ataviado con orejeras para protegerse del frío y que no quiso dar su apellido para no ser identificado, reprochó la actitud de los sindicatos: “Lástima que no todos podamos decidir en esto. Veremos cómo nos afecta en el futuro”, dijo antes de atender unos padres con sus tres hijos que esperaban turno para montar.
Y es que, a pesar de que las temperaturas hayan alcanzado ya algunos grados bajo cero y hayan caído los primeros copos de nieve, la actividad de estos carruajes no se detiene. No importa si es un día laboral como si es fin de semana.
Otro de los pocos conductores que desafiaba al frío se negó a hablar del asunto: “Estoy en medio de un paseo. Este es el trabajo con el que nos ganamos la vida, y ¿nos lo quieren quitar?”, reprochó mientras se tapaba con una bufanda negra.
Pero no todo son malas noticias para los conductores, que también recibirán algo a cambio por ceder terreno ante el alcalde. Los bici-taxi dejarán de circular por la mitad sur de Central Park para dar más espacio a los caballos y los conductores podrán aumentar la tarifa en fechas como Navidad, San Valentín o Pascua.
También se construirá un establo para los caballos dentro del parque, que está previsto que se inaugure en el 2018, ya que es una condición irrenunciable de los conductores para aceptar el trato.
La retirada de los caballos de las calles divide desde hace años a los ciudadanos de Nueva York y, por un lado, organizaciones de defensa de los animales han pedido su retirada al alcalde de Blasio, partidario de acabar con estos paseos al considerar que los animales trabajan en “condiciones totalmente inapropiadas”.
El acuerdo, anunciado recientemente, aún no ha llegado a todos los ciudadanos, y sorprendió algunos de los peatones que pasean por Central Park, más vacío de lo habitual debido a las bajas temperaturas.
Kate, que vive en un barrio adinerado anejo al parque, aplaude la decisión: “Me alegro. Es peligroso que los caballos anden entre autos. Si solo circulan por el parque saldremos todos ganando, incluso los pobres animales estarán más tranquilos” , manifestó.
Aun así, los neoyorquinos y los turistas que visiten la ciudad tendrán aún cinco meses para disfrutar del paseo por las avenidas y calles de Nueva York con unos caballos perfectamente entrenados, o acostumbrados, a las muchedumbres, al tránsito y el ruido urbano.