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¿Puede un socialista ser presidente de Estados Unidos?

Es un socialista de canas despeinadas, ceño fruncido y tono gruñón, pero quiere repetir la hazaña de Barack Obama en el 2008, y Estados Unidos empieza a tomarle en serio: Bernie Sanders tiene opciones de ganar en los primeros estados en votar, y ha puesto nerviosa a la favorita demócrata, Hillary Clinton.

Sanders, un senador independiente de 74 años que se define como “socialista democrático” , ha pasado en los últimos meses de ser un segundón que generaba entusiasmo entre los demócratas más progresistas a plantear un verdadero reto para Clinton en los dos estados que abren el proceso de primarias, Iowa y Nuevo Hampshire.

Como Obama en el 2008, Sanders se apoya en el idealismo y el desencanto con la política tradicional para plantar cara a Clinton, que en las últimas semanas se ha visto obligada a pasar a la ofensiva para impedir que se repita la pauta que, hace ocho años, le hizo perder una contienda en la que partía como favorita.

Si Obama basó su campaña en la esperanza de que era posible unir a un país ideológicamente muy polarizado, Sanders se centra en denunciar la creciente desigualdad, la erosión de la clase media y la “codicia y negligencia”  de los grandes bancos de Wall Street.

A menudo se queda ronco por alzar la voz en sus denuncias del “corrupto”  sistema financiero de EE.UU. y casi siempre parece enfadado, pero eso no ha reducido su atractivo, especialmente entre los más jóvenes, que abarrotan sus mítines de una forma que Clinton nunca ha logrado.

Ahora, Sanders pisa los talones a Clinton en las encuestas de Iowa, que celebrará sus caucus  (asambleas primarias) el 1 de febrero, y le saca una considerable ventaja en Nuevo Hampshire, el segundo estado en votar.

“La energía y el entusiasmo están de nuestro lado. Creo que eso contribuirá a una mayor participación de los votantes, y eso significará una victoria (en las elecciones generales de noviembre)”, dijo Sanders el jueves recién pasado a la revista “Time” .

Pese a esa confianza, el aparato del partido sigue detrás de Clinton, y muchos analistas coinciden en que Sanders verá reducidas sus opciones si no gana varios de los primeros estados, un cálculo político parecido al que hicieron los asesores de Obama en el 2008.

En las últimas semanas, Sanders ha tratado de perfilarse cada vez más como el candidato del cambio y la esperanza, y el lema de su campaña, “A future to believe in”   (“Un futuro en el que creer”) , se parece al de Obama en el 2008, “Change you can believe in”   (“Un cambio en el que puedes creer”) .

En su último anuncio para Iowa, imágenes de granjeros, familias y jóvenes se mezclan con otras de Sanders sin que ningún locutor defienda sus ideas y con la melodía nostálgica del clásico de Simon & Garfunkel “America”  como único apoyo.

Como contraste, los anuncios de Clinton insisten en que es la única candidata capaz de sobresalir en “todos los aspectos”  de la Presidencia, un claro ataque a las pocas credenciales en política exterior de Sanders y su inclinación a centrar su campaña en un solo asunto, el de la desigualdad económica.

Una de las flaquezas de Sanders es su escaso tirón entre latinos y afroamericanos, que siguen prefiriendo a Clinton pese a que el senador pasa cada vez más tiempo en Nevada, el primer estado con una importante población hispana que celebrará primarias.

Clinton también ha recurrido al tema del control de armas para atraer votantes de Sanders, dado que el senador representa a un estado, Vermont, con una buena proporción de propietarios de armas y ha votado en contra de algunas medidas para restringirlas.

Sanders recuerda a menudo que, al contrario que Clinton, que recauda fondos de empresas y multimillonarios, él solo acepta pequeñas aportaciones de ciudadanos, y hasta ahora ha recaudado más dinero por ese método que ningún otro candidato en la historia: 2.5 millones de donaciones individuales.

El senador cree que solo así tendrá las manos libres de los grandes intereses financieros y podrá aumentar los impuestos a Wall Street y reformar un sistema electoral que ahora permite a los candidatos recibir donaciones ilimitadas de las empresas.

Para Clinton y otros demócratas moderados no está claro que Sanders logre ampliar el alcance de su mensaje, que ahora atrae sobre todo a blancos de clase media-baja.

Judío -aunque poco religioso- y de raíces polacas, Sanders nació en Brooklyn  (Nueva York) en una familia modesta y tras graduarse en la universidad, se mudó a Vermont, donde durante ocho años fue alcalde de la capital, Burlington, antes de convertirse en congresista durante dieciséis años y de entrar en el Senado en el 2007.

Su campaña comenzó siendo una herramienta para que Clinton girara a la izquierda en temas como el comercio y la energía, pero a medida que se acercan las primarias y una victoria de Sanders ya no es algo absolutamente imposible, muchos se hacen la misma pregunta: ¿Puede un socialista ser presidente de Estados Unidos?

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