La ilusión del joven era tener una vida distinta, pero nunca se imaginó que sus aspiraciones se inmortalizarían en una carrera de atletismo que llevaría su nombre —hoy cumple 79 años de existencia— y que ha marcado el linaje de tres generaciones de su familia.
La aparición de Max Tott marcó la historia del atletismo guatemalteco, convirtiéndose en uno de los pioneros de este deporte en el país junto a Guillermo Estrada, Miguel Rabano y Guillermo Rojas.
Los amantes de este deporte se iniciaron en las fiestas de Minerva, corriendo maratones. En el marco de esta activad se celebraron los primeros juegos atléticos.
Jornadas arduas
La primera faceta del cobanero en la capital lo transformó en un dependiente de tiendas, que más tarde pondría en práctica en su propio negocio, que aún existe, al cuidado de su nieto Carlos Tott Román.
“Mi abuelo era de una finca cercana a Cobán. Muy joven vino a la capital a trabajar como dependiente y lo hacía hasta jueves y viernes Santos, porque en ese tiempo no existían las prestaciones, de ahora”, señaló Carlos.
También agregó: “Con el tiempo puso su empresa y como le gustaba el deporte se involucró mucho en ello. Se volvió corredor y fue de los buenos. Ganó una competencia de 10 kilómetros en Cuba”.
Nace la leyenda
Entre 1920 y 1930, el mayor de los Tott se vinculó a la dirigencia deportiva. “Fue uno de los máximos estandartes de la Federación de Atletismo y fue así como se le ocurrió fundar la carrera”, expresó el nieto.
La carrera Max Tott cobró vida después de que el legendario corredor viera la necesidad de crear una competencia que sirviera de entrenamiento y fogueo para muchos atletas que aspiraban a llegar al alto rendimiento y que soñaban con los juegos olímpicos.
“La competencia fue inaugurada en 1936. En ese año mi abuelo era directivo del atletismo y vio la necesidad de ayudar a atletas que buscaban ir a la maratón de los juegos olímpicos”, afirmó Tott.
“En ese entonces no existía una carrera en la que se pudieran medir con otros atletas. Ese fue el objetivo que lo alentó”, señaló.
La primera vez que se corrieron los 21 kilómetros de este medio maratón fue en 1938 —ganado por Agustín Martínez, quien triunfó tres veces más—.
El primer recorrido lo hacía alrededor de la Ciudad de Guatemala, por esa razón al principio fue conocido como la Carrera de la Circunvalación, hasta que fue bautizada como la Carrera de los Barrios por medios de comunicación.
“Comenzaba en la Penitenciaría Central, donde actualmente se ubica el Banco de Guatemala. Recorría la séptima avenida, rumbo a la calle Martí, enfilaba en dirección al sur hasta llegar a la Villa de Guadalupe. Luego pasaba por Pamplona, la avenida Bolívar y el Callejón del Castillo, para terminar frente al Estadio Escolar, en donde hoy se ubica el edificio del CHN”, recordó Tott.
La histórica carrera tuvo como principales figuras a los deportistas Doroteo Guamuch Flores —ganador de la Maratón de Boston en 1952— y Victoriano López Coco —dominador de ocho ediciones de la San Silvestre—.
Flores —Q.E.P.D— se impuso en siete ocasiones en esta competencia, erigiéndose como uno de los más ganadores de este evento. Coco, por su parte, alzó los brazos cinco veces en la meta.
Según información de la página oficial de El Medio Maratón Max Tott, el récord de este evento está en manos del costarricense Rafael Ángel Pérez, impuesto en 1976, y es de 58.46.
Herencia
Tres generaciones han mantenido vigente esta importante competencia, que ha fomentado el atletismo guatemalteco y que ha puesto el nombre de Max Tott en lo más alto de la labor deportiva nacional.
Tras la muerte del máximo jerarca de los Tott, en noviembre de 1985, la estafeta la tomó su hijo Carlos Roberto Tott Cárcamo, quien sigue los pasos de su padre de muy joven, ayudando en la organización.
“La transición se ha dado poco a poco porque primero se debe ayudar en algunas tareas sencillas para tomar responsabilidad y aprender. Tras el deceso de mi abuelo tomó el control mi señor padre y fue un cambio complicado”, afirmó Carlos.
“En aquellas épocas no había computadoras y las listas de corredores se hacían a máquina y con papel pasante; era algo heroico. No habían cinco mil atletas, pero era difícil. Al final se trataba de hacer lo mejor”, agregó.
Pasó el cargo
Tott Cárcamo tiene 79 años de edad, los mismos de la competencia, y delegó el mando a su hijo Carlos Tott Román en 1995.
El más pequeño de la familia señaló que han pasado momentos complicados por el patrocinio, al extremo de no continuar. El legado Tott ha sido fuerte y ha mantenido viva la herencia del abuelo.
“Conforme mi papá fue envejeciendo me tocó administrar la carrera. Pasamos tiempos difíciles por el tema del patrocinio y en algún momento tuvimos la intención de tirar la toalla, pero perseveramos”, señaló.
Una de las inspiraciones fundamentales para que la carrera se mantenga ha sido el aliento de la gente. “Ellos la esperan siempre y les gusta”.
Según el organizador de la competencia, el trabajo para ejecutarla es de un año, para que todo quede en orden.
“Yo miraba a mi abuelo encabezar el evento en su carro y entregar los premios. Organizar el evento es algo que tiene uno en la mente toda la vida”, refirió Tott, quien actualmente tiene 49 años, es ingeniero químico y amante del atletismo como toda su familia.