Este afroamericano pasó 36 años entre rejas por el asesinato en 1979 de Roger Tackett, un empleado blanco de una gasolinera en un suburbio de Atlanta.
Jones se negó a pronunciar sus últimas palabras ante los testigos que presenciaron la ejecución pero accedió a que se leyese una oración.
Georgia no anuncia a qué hora exacta administra la inyección letal, y los observadores no pueden presenciar este momento.
Pero el alcaide salió de la sala de ejecuciones a las 00:30, y los registros de ejecuciones similares muestran que la droga suele empezar a fluir uno o dos minutos después de este momento.
Sus abogados trataron hasta el último momento de suspender la ejecución, incluso con un recurso ante la Corte Suprema de Estados Unidos. En vano.
Los críticos denunciaron este caso como un ejemplo del “doble castigo” que se imponen a algunos condenados a muerte que pasan décadas confinados en solitario con la muerte como única expectativa.
Además, sus detractores consideran que muchos condenados fueron sentenciados en un periodo en el que no podían contar con una defensa satisfactoria y que si fueran juzgados hoy en día, el veredicto sería distinto.
“El caso de Jones plantea preguntas sobre la proporcionalidad y la aplicación discriminatoria de la pena de muerte” , denunció en un comunicado el Centro de Información sobre la Pena de Muerte.
“Él y su coacusado Van Solomon – ambos afroamericanos -, fueron sentenciados a muerte (…) por matar a un vendedor blanco en una gasolinera durante un robo” . “Jones negó haberle disparado y la acusación nunca determinó quién hizo el disparo fatal” , según la nota.
Solomon murió en la silla eléctrica en 1985.
Durante las décadas que pasó entre rejas, Jones leyó mucho y se dio a conocer por sus escritos sobre la vida en prisión y cuestiones raciales.
Actualmente, 75 hombres se hallan en el corredor de la muerte en Georgia. El año pasado, el estado suspendió las ejecuciones durante varios meses debido a una polémica sobre las sustancias usadas en las inyecciones letales.
Estados Unidos ejecutó a 28 personas en el 2015, el número más bajo desde 1991.