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Volcán de Fuego causa temor en 1957

Es indiscutible que Guatemala cuenta con una cadena volcánica envidiable. De hecho, es el país americano con mayor cantidad de volcanes activos. Esto hace que el país sea vulnerable a terremotos y enjambres sísmicos.

Portada de Prensa Libre del 20/02/1957 en donde se informaba sobre la erupción del Volcán de Fuego. (Foto: Hemeroteca PL).

Portada de Prensa Libre del 20/02/1957 en donde se informaba sobre la erupción del Volcán de Fuego. (Foto: Hemeroteca PL).

Uno de estos colosos es el de Fuego, situado entre Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, al centro-sur de Guatemala.
Es uno de los más impresionantes de Centroamérica, por su formación escarpada y difícil acceso.


Sus erupciones son violentas, y probablemente es el volcán más activo desde la Conquista, a tal punto que se afirma que el conquistador Pedro de Alvarado pudo verlo en erupción en 1524, según él mismo lo reportó en varias cartas. Su nombre indígena es “Chi'gag”, que se traduciría del cakchiquel al español como “donde está el fuego”.

Tiene una altura de 3763 metros sobre el nivel del mar. Prácticamente se encuentra descubierto de vegetación más arriba de los 1,300 metros, donde básicamente solo puede encontrarse lava.

El volcán de Fuego tiene la forma de un cono que se alarga considerablemente hacia el sur, formando el pie de monte hacia la costa sur. Debajo de él se constituye una meseta orográfica de múltiples características geológicas. Forma una tríada con los volcanes de Agua y Acatenango, próximos a su base; del volcán nacen varias fuentes cálidas que se convierten en ríos descendientes hacia la costa sur, en un área de riqueza mineral, óptima para la agricultura y con propiedades medicinales.

Monte rebelde

En 1690 el historiador Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán describió así al Volcán de Fuego: “Uno de los dos montes que circundan el valle de panchoy, donde se asentó la segunda ciudad y capital de Guatemala, de la que distaba tres leguas, y al que se dió por los españoles este nombre para distinguirle del Volcán de Agua, o sea el que lanzó la manga torrencial que arruinó la ciudad vieja en 1541. En la cima del Volcán de Fuego, algo menos elevado que el de Agua, se cuaja la nieve, pero en el cráter no truena, como sucede con el de Pacaya, con el que se comunica, como con la Sierra de Sinaloa, distante de aquel setecientas leguas”.

Los indígenas de Alotenango contaban la leyenda que el volcán conservó el nombre de “Volcán de Fuego” -que había recibido por sus constantes erupciones- porque cuando unos sacerdotes españoles intentaron bautizarlo con el nombre de “Catarina” éste se negó rotundamente a recibir las aguas bautismales, provocando una erupción tan violenta que la cruz con la que pretendían bautizarlo fue arrojada hasta el palacio del obispo en Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Los sacerdotes tuvieron entonces terror del volcán y nunca intentaron bautizarlo de nuevo. El historiador Domingo Juarros en su obra Compendio de la historia de la Ciudad de Guatemala, en 1818 habló de las erupciones que había hecho el Volcán de Fuego durante la colonia española, especificando que las que hizo en 1581, 1586, 1623, 1705, 1710, 1717, 1732 y 1737 causaron daños en los alrededores, mientras que la de fines del siglo XVIII no tuvo consecuencias desastrosas, aunque duró varios días y calentó el agua de una vertiente que baja del volcán Acatenango a tal punto que no se podía cruzar.

“Noche larga y angustiosa”

El Volcán de Fuego hizo erupción del 19 al 21 de febrero de 1957, en una serie de explosiones como no ocurría desde 1932. El 20 de febrero Prensa Libre publicó una edición extraordinaria, y el 21 dio a conocer los daños causados por el coloso.

“Noche larga y angustiosa, llena de pánico y zozobra, vivieron los habitantes de todas las poblaciones situadas en las vecindades del volcán de Fuego, que entró en una violenta y aterradora erupción a eso de las veintidós horas y treinta minutos de ayer”, destacó la nota publicada el 20 de febrero.

Una edición extra de Prensa Libre  dio a conocer que las cenizas llegaron a sitios  tan lejanos como Quesada, Jutiapa; Guastatoya, El Progreso, y Estanzuela, Zacapa.

En la mañana del 21 de febrero ya eran notorios los daños en cultivos de café y hortalizas de la meseta central y en pastizales de la Costa Sur y el oriente del país.

Desalojan Alotenango

Vecinos indicaron que  habían vivido otras erupciones, como las  de 1945, 1949, 1953 y 1955, que pero ninguna se comparaba con las de 1957. Decenas de personas intentaban salir de la ciudad colonial rumbo a la capital atemorizadas por los retumbos y la lluvia de  ceniza que cubrió calles y techos de  Sacatepéquez y Chimaltenango.

Antigua Guatemala y Alotenango  fueron las localidades más afectadas por dicha erupción.

“El espectáculo, lleno de contrasentidos, era al mismo tiempo bello y aterrador. Y la densa bruma emanada del volcán, ocultaba de nuevo aquel espectáculo dantesco”, describió entonces Álvaro Contreras Vélez, reportero de Prensa Libre.
El entonces gobernador departamental, José Arturo Lima, giró órdenes a los pobladores para que abandonaran  sitios cercanos al volcán. Ese año también se reportó que gran cantidad de lava se precipitó hacia Barranca Honda, al sur del coloso, y San Pedro Yepocada, Chimaltenango.

Por seguridad fue cerrada la carretera que conectaba Antigua con Santa María de Jesús y Escuintla.

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