REFLEXIONES
Paridad y justicia
A menudo se nos olvida que la Democracia, además de ser un sistema político de amplia participación en el que las decisiones las toman la mayoría y donde los organismos del Estado funcionan con niveles de representatividad de la población de todo el país, también es un sistema político que busca garantizar la justicia y la equidad en todos los temas del quehacer nacional, incluyendo precisamente el de la participación y representatividad.
En ese sentido, entendemos perfectamente y consideramos legítima la demanda de las organizaciones sociales del país por lograr la paridad de género en la representación y lograr una equitativa representación de pueblos indígenas de Guatemala.
Esto debería parecer lógico para cualquiera que esté interesado en consolidar un régimen verdaderamente democrático, pero es interesante ver cómo en el Congreso de la República, hoy que se está discutiendo el tema de la Reforma a la Ley Electoral, se manifieste tanta oposición por tantos diputados que no han sido precisamente el ejemplo de eficiencia en su labor legislativa, ni de espíritu democrático en sus deliberaciones. Por supuesto que entendemos que se sientan amenazados por una medida de esa naturaleza porque esto rompe con el tradicional caudillismo nacional y local, que se da en los mismos partidos políticos que no dan muestras de poder democratizar su gestión interna. Es más fácil para estos caudillos querer mantenerse en el poder manteniendo estructuras inflexibles.
Son precisamente estas actitudes por las que el pueblo quiere modificar la reforma a la Ley Electoral, pues de lo que se trata es de ampliar los niveles de participación y generar una verdadera representatividad de quienes son electos como representantes del pueblo en el órgano más importante, que es el Congreso de la República.
Todos los diputados llamados “padres de la patria”, y ahora también esperamos que “madres de la patria”, han tenido madre, hermanas, tías, primas y familiares mujeres a las que respetan (o deberían respetar) y quienes en cierto modo tienen un alto nivel de representatividad de la familia, y saben que las mujeres hoy constituyen más del 50% de la población. Cuál es el argumento para negarse a aceptar un nivel equivalente de representatividad en el Congreso?
De hecho, en el mundo entero las mujeres han demostrado ser más responsables y eficientes en sus funciones cuando ocupan cargos públicos y han demostrado tener más disciplina y contacto con la realidad en las comunidades. Por supuesto que esto no implica seguir insistiendo que las condiciones indispensables para ocupar una curul de hombres o mujeres de cualquier región, etnia o extracción social deben ser siempre la de tener una manifiesta y comprobada honorabilidad y ética personal en su actitud de vida, así como elementos fundamentales que la califiquen para ejercer la representación que ostenta y la función que cumple en el Legislativo.
La corrupción no tiene género y casos de corrupción o de oportunismo político encontraremos tanto en hombres como en mujeres, y es por eso que la elección del o la funcionaria es personal y en función de sus características personales, pero esto en nada altera la necesidad de que como criterio en la nominación de candidatos por los partidos políticos se mantenga un elemental nivel de equidad que represente la composición de la población, tanto en temas de género como de identidad étnico-cultural.
Lo importante en una democracia es que el pueblo se sienta verdaderamente representado y esto implica que dicha representación mantenga la composición social de una nación.
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