Este viernes se recordará la peor tragedia que ha golpeado al país asiático desde la II Guerra Mundial, una fecha que en esta ocasión llega precedida por la orden de un tribunal nipón de detener por motivos de seguridad una central nuclear que acababa de ser reactivada.
Como cada año, se organizarán en todo el país ceremonias en recuerdo a las más de 18 mil víctimas del tsunami originado por un terremoto de 9 grados en la escala abierta de Ritcher, que barrió la costa noreste del país y causó graves daños en la central de Fukushima Daiichi.
Un lustro después de la catástrofe, prosiguen las tareas para reconstruir las zonas afectadas y continúan sin poder volver a sus hogares unos 174 mil evacuados por el tsunami o por la contaminación radiactiva emanada de la central.
La recuperación de las prefecturas de Iwate y Miyagi, donde la ola gigante dejó más fallecidos, se ha visto ralentizada por la dificultad técnica y el coste que conlleva construir nuevas viviendas en zonas más elevadas sobre el nivel del mar, una medida preventiva ante la posibilidad de que lleguen más tsunamis.
Catástrofe nuclear
En la prefectura de Fukushima, la situación es más compleja y no tiene visos de solución para las decenas de miles de personas que siguen evacuadas por la catástrofe nuclear, debido a los altos niveles de radiación que hacen que seis municipios sean inhabitables.
La central también afronta un largo e incierto proceso de desmantelamiento, una tarea que se prolongará entre tres y cuatro décadas a la que se suman los problemas de contener los vertidos de agua radiactiva y de retirar y almacenar el combustible nuclear gastado.
El debate sobre los efectos en la salud pública y en el medio ambiente del peor incidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986 se ha reavivado con la publicación de nuevos informes sobre el problema.
Un estudio conducido a gran escala por la Universidad Médica de Fukushima durante los últimos cinco años ha concluido que la radiación emanada de la planta “no ha tenido ningún impacto apreciable” sobre la salud de los habitantes de la zona, al no detectarse mayor prevalencia de enfermedades como el cáncer.
Detectado mutaciones
Por su parte, el grupo ecologista Greenpeace afirmó que se han detectado mutaciones en plantas y animales de la zona, así como “altas concentraciones de radiación” en determinadas especies, a partir de investigaciones independientes y de la organización.
Otros expertos mantienen que los verdaderas consecuencias del accidente sólo podrán evaluarse a largo plazo.
Lo que es indudable es el altísimo coste que supondrá el desmantelamiento de la central, que ascenderá a entre 8 y 13 billones de yenes (64.200/104.000 millones de euros) , según diferentes estimaciones que incluyen compensaciones a los evacuados por el accidente y otros gastos relacionados.
El quinto aniversario del tsunami y del accidente de Fukushima llega en un año clave para la reactivación de las centrales nucleares niponas, una iniciativa impulsada por el Gobierno de Abe, y que acaba de sufrir un nuevo contratiempo por una decisión judicial.
Una corte del distrito de Otsu (oeste del país) dio la razón a una demanda interpuesta por un grupo de particulares que considera que el funcionamiento de la planta de Takahama supone un peligro para la región, ya que ésta podría sufrir un accidente como en el 2011.
En su intervención, Abe volvió a defender la energía nuclear al calificarla de “imprescindible para lograr la estabilidad del suministro energético” en Japón, y señaló que la reactivación de las centrales “se basa en las reglas de seguridad más estrictas”.