Pero, al hablar de alimentación, existen opiniones diversas de acuerdo con los estilos de vida. Entonces, ¿qué sucede con los lácteos? Aunque hay personas que no los consumen por ser intolerantes a la lactosa, veganos o, simplemente, por evitar el consumo de grasas, no podemos negar los aportes que ofrecen a nuestro cuerpo.
Asimismo, existen distintos mitos sobre los lácteos y desinformación al respecto. La importancia del tema es tal que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), instauró el 1 de junio como el Día Mundial de la Leche, con el fin de educar a la población sobre los aportes de la leche al organismo, así como promover su consumo e incluirla en la dieta.
En el marco de esta celebración, la Cámara de Industria de Guatemala (CIG), organizó el primer Foro Nacional de la Leche el 19 de junio, con el objetivo de fomentar el consumo de leche y productos lácteos, como parte de la guía alimentaria de Guatemala. En él asistirán estudiantes de nutrición de las distintas universidades del país, y el evento será impartido por expertos en los lácteos a nivel internacional.
Según Wilfredo Fernández, es preocupante que exista desinformación sobre el tema, especialmente en estudiantes universitarios de esta rama, pues hay muchas personas que no verifican fuentes y consumen información desde redes sociales, páginas desconocidas, e incluso influencers inexpertos que se basan en sus estilos de vida. Pero lo recomendable es buscar artículos y estudios científicos que son producto de investigaciones a nivel internacional.
Los lácteos son alimentos de origen animal y contienen nutrientes muy importantes como la vitamina D, que favorece la absorción del calcio en los huesos, y el calcio, que permite el fortalecimiento de la estructura ósea, así como previene el surgimiento de enfermedades como la osteoporosis.
Además, estos son importantes en las distintas etapas del ser humano: desde la lactancia y el crecimiento en la infancia, hasta el embarazo y etapas de la vida adulta.
Algunos de los mitos sobre los lácteos y la salud humana, se los presentamos a continuación:
No es posible consumir lácteos cuando se es intolerante a la lactosa
De acuerdo con el nutricionista Samuel Durán, egresado de la Universidad de Concepción (Chile), existen productos en el mercado que han sido destinados para las personas intolerantes, ya que no contienen lactosa, los cuales son una alternativa para no dejar de consumir leche y sus derivados, como el yogur que es bajo en lactosa. Es por ello que, el ser intolerante a la lactosa, no significa que no pueda consumir lácteos, dice el experto.
David Sepúlveda, del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo en México, explica que en algunas culturas tampoco se tiene el hábito de consumir lácteos y esto influye en los síntomas que puedan presenciarse al consumirlos. Lo recomendable es comenzar a introducirlos paulatinamente a la dieta, para que el organismo se habitúe. “Una gran parte de la población que supone o sospecha tener intolerancia a estos productos, posiblemente lo que tenga es una falta de hábito en el consumo de los lácteos”, añade.
Existen productos alternativos como la soya y la almendra, que sustituyen la leche
Sea por sus estilos de vida, por la adquisición de nuevas dietas como la vegana (en la cual no se consumen productos de origen animal), o sea por la intolerancia a la lactosa, muchas personas optan por productos que consideran alternativos de origen vegetal.
Sin embargo, dicen los expertos, la verdadera leche es de origen animal y productos que el mercado presenta bajo esta denominación, de origen vegetal (como las almendras y la soya), no contienen los nutrientes que la leche aporta. “Estos productos son jugos y tienen un problema, el alto contenido de azúcar, contrario a lo que se busca en niños y adolescentes”, dice Rodrigo Valenzuela, especialista en nutrición y alimentos.
Un tema preocupante en Guatemala agrega Valenzuela, es que muchas madres optan por estos jugos y productos alternativos que, a causa de la desinformación, creen que contienen los mismos nutrientes que la leche, y esto podría perjudicar en el crecimiento, así como el desarrollo del cerebro a falta de crecimiento del cráneo.
Asimismo, en Guatemala existe un Reglamento Técnico Centroamericano de Uso de Términos Lecheros, cuyo objetivo es establecer el uso correcto de términos lecheros y define la leche como la secreción de una glándula mamaria; por lo tanto, los productos de la almendra, el arroz y la soya, no pueden etiquetarse como leche, sino como bebida. “El contenido nutricional de estos productos es totalmente diferente”, añade Fernández.
Las grasas saturadas de los lácteos como algo negativo
Como medida de cuidado ante el consumo de grasas y su relación con la obesidad, algunas personas dejan de consumir leche. Sin embargo, Durán explica que estas tienen efectos favorecedores en el organismo al actuar en conjunto con el calcio de la leche.
“Es distinto a la grasa de la carne, donde no hay calcio, y tiene efectos cardiovasculares negativos”, dice, y añade que, al tener colesterol alto se recomienda dejar las grasas saturadas, pero siempre depende del tipo de alimento en que se encuentre.
La leche cruda tiene mejores beneficios
La pasteurización es un proceso mediante el cual se somete la leche a altas temperaturas con el fin de eliminar bacterias patógenas. Esto fue descubierto por Louis Pasteur, un químico y bacteriólogo francés del siglo XIX.
Sin embargo, en Guatemala existe mucha informalidad respecto a estos productos, los cuales no son procesados y no cuentan con el registro sanitario para el consumo humano. Pese a que se considera que la leche debe consumirse al pie de la vaca, esto implica riesgos para la salud, explica Fernández.
Los expertos invitan a las personas a informarse en las fuentes adecuadas, verificar las páginas, buscar artículos científicos y no confiarse necesariamente de las redes sociales. De igual forma, en el marco del Día Mundial de la Leche, recomiendan incluir los lácteos en la dieta para una buena salud nutricional.
De igual forma, agregan que no sugieren sustituir todos los alimentos por lácteos, sino incluir los derivados de la leche para tener una alimentación balanceada.
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