Clyde Hutchison, junto con el genetista Craig Venter, lideraron la investigación, publicada en la revista Science en el centro de investigación que lleva su nombre, el Craig Venter Institute, en el estado de Maryland (EE. UU.).
La nueva célula bacteriana contiene solo los genes necesarios para sostener vida en su forma más simple.
Las aplicaciones médicas de este hallazgo son incontables, ya que abre la posibilidad de crear nuevos productos químicos o farmacéuticos en el largo plazo, explicó el microbiólogo.
“Esperamos ser capaces de diseñar células nuevas que nunca antes se han producido, podremos construir todo aquello que queramos”, dijo Hutchison, profesor emérito de la Universidad de Carolina del Norte.
Por ahora, sin embargo, los científicos se centran en aprender a diseñar los genomas en sí mismos y las aplicaciones vendrán más adelante, precisó el investigador.
Clyde Hutchison y Craig Venter llevan más de dos décadas investigando sobre el genoma y la vida sintética.
La creación de vida de forma sintética es diferente de la llamada “vida artificial”, puesto que toma elementos que ya existían y simplemente los une de forma sintética, aclaró Hutchison.
Primera célula sintética bacteriana
Con la publicación, Venter, creador del primer genoma sintético, actualizó su descubrimiento del 2010, cuando creó la primera célula sintética bacteriana capaz de automultiplicarse.
Así, quedó probado que con un computadora podía diseñar un genoma, que a su vez podía construir químicamente en un laboratorio, para luego ser trasplantado.
Con este hallazgo, se abrió por primera vez la posibilidad de, eventualmente, crear una especie artificial, con toda la carga ética que eso implica. Grupos de científicos conservadores y el propio Vaticano pidieron entonces “cautela” ante el nuevo descubrimiento.
Desde el 2010, conseguir una célula con un número de genes inferior se convirtió en el principal objetivo de los genetistas.
Ahora, la novedad es que el número de genes imprescindible se ha reducido y hoy los científicos de Maryland proclamaron la creación de una célula con una cifra menor que cualquier célula autónoma automultiplicable que se pueda encontrar en la naturaleza.
En comparación, el genoma de la nueva célula artificial representaría menos del 2 por ciento de los genes que tiene un humano, que se calcula oscila entre 20 mil y 25 mil.
“Queremos entender cómo funcionan las células, así que las intentamos construir aún más simples que ninguna célula existente (en la naturaleza)”, comentó Hutchison.
En comparación, el genoma de la nueva célula artificial representaría menos del 2 por ciento de los genes que tiene un humano, que se calcula oscila entre 20 mil y 25 mil.
Durante la investigación, los genetistas tuvieron que discernir, a base de pruebas, entre los genes estrictamente necesarios para la vida y los que, a pesar de desempeñar un papel fundamental en el crecimiento celular, no son imprescindibles.
En las pruebas de laboratorio, los científicos alteraron el orden de genes a lo largo de la secuencia genética con tal de interrumpir sus funciones originales y ver si la célula seguía funcionando.
Así, fueron “tallando”, como si de una pieza de vidrio se tratara, hasta obtener el genoma más pequeño posible.
Este es un paso importante en la creación de una célula viva cuyo genoma está totalmente definido”, dijo Chris Voigt, biólogo del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge (noreste de Estados Unidos).
Sin embargo, añade el científico, queda por definir el papel de estos 149 genes de Syn 3.0 que permanecen desconocidos y que prometen traer nueva información sobre la base biológica de la vida.