Economía

Genética y entorno empresarial

Nos preguntamos si venimos prediseñados o podemos reformularnos, algunos lo simplifican diciendo “si somos o nos hacemos”. Pertenezco al grupo que cree en la combinación de los dos aspectos, lo cual podemos argumentar con el conocimiento cada vez más accesible y comprobable.

Se pensó por mucho tiempo que el alma, esa parte abstracta a la cual se le atribuyó la capacidad de sentir, y los recuerdos, se guardaban en el corazón y no en el cerebro, pero cuando apareció Hipócrates (460-379 a.C.) en la antigua Grecia, se le comenzó a atribuir al cerebro la inteligencia y la capacidad para sentir.

Estudiar y ahondar en el cerebro ha sido un trabajo desde el inicio de la historia humana; hace más de 5 mil años, en el antiguo Egipto, a través de escritos médicos ya se conocían los síntomas de la lesión cerebral, y es a finales del siglo XVIII cuando el cerebro es descrito de forma macroscópica, iniciando un nuevo período para 1900, cuando se da un reconocimiento a la neurona como unidad funcional básica del sistema nervioso.

Recordemos el ejercicio de Aristóteles, quien nos comparte el hecho de que un pensamiento posibilita una acción; por ello, hoy decimos que pensar es como hacer, y que las acciones facilitan nuestros comportamientos, los cuales, una vez repetidos, determinan conductas y hábitos, generando un carácter, entendido como un conjunto de rasgos que indican naturaleza, manera de pensar y actuar, tanto de mí, como de mi colectividad. Esto ocurre en toda organización, la pregunta es: ¿a favor o en contra?

En el caso empresarial es lo que llamamos nuestra cultura corporativa, aquello que nos distingue de otros; las empresas siguen pensando que lo que nos diferencia son los productos, los empaques, la marca y lo que realmente marca la diferencia es la cultura, eso que no se puede copiar o comprar, y ello tiene que ver con la genética y con lo que ocurre en cada oficina, planta o pasillo de la empresa (el entorno).

Si mantenemos el argumento, ya tratado por varios científicos, que el ser humano es el resultado de la condición genética y que el entorno posee una fuerte influencia en los estilos, pero también en la posibilidad de transformación, debemos asumir la responsabilidad, como líderes, de hacer vivir la misión o visión corporativa, la cual se ha trasladado a consultores externos que no la pueden plasmar de la misma forma que el colaborador que la vive a diario.

Es importante darle todo el cuidado al ingreso de nuevas personas a la compañía, no podemos transformar su genética, pero sí observar rasgos, y luego cuidar las relaciones al interior (nuestro entorno); no facilitemos altos niveles de desconfianza, chismes, mentiras, para conseguir mayor volumen de ventas, promovamos tratar el conflicto directamente y con respeto, hablemos a los ojos y con respeto y luchemos porque el cerebro reptil, el más básico y animal, no dirija nuestras organizaciones.

Hasta la próxima.

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