LA BUENA NOTICIA

Fe, ¿para qué?

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El acontecimiento que da origen a la fe cristiana y al cristianismo es la resurrección de Jesús después de haber muerto en la cruz. Al tercer día después de su sepultura, las mujeres de su séquito descubrieron que el cadáver ya no estaba en la tumba. A través de diversas experiencias extraordinarias, en especial la aparición del mismo Jesús, conocieron que estaba vivo. Pero era evidente que tenía un modo de ser nuevo. No había recuperado simplemente su vida mortal anterior. Se aparecía en habitaciones con las puertas cerradas, pero invitaba a que tocaran su cuerpo palpable y sólido. No siempre se aparecía con el mismo aspecto reconocible de antes. Su encuentro producía alegría y transformaba el corazón de quienes se encontraban con él. Ese acontecimiento fue respuesta a dos problemas humanos fundamentales.

Hay muchos males que agobian a millones de personas: hambre, enfermedades, carencia de vivienda, violencia, injusticias de todo tipo, falta de trabajo, la urgencia de migrar, la pobreza, los desastres naturales. Pero más allá de las necesidades y carencias materiales, hay dos males que socavan el sentido y valor de la vida: el mal que hacemos y el que padecemos por una parte y la muerte que nos sobreviene por el otro. Cuando decimos que “Jesús nos salva”, la expresión se refiere de manera principal y especial a la superación de estos dos problemas que cuestionan el sentido de la existencia.

¿Para qué vivir si hay que morir? En esa pregunta se concentra el problema del sentido de la vida. El acontecimiento de la resurrección mostró que la muerte no fue necesariamente el fin de la existencia para Jesús; que él, la misma persona que había muerto en la cruz, entró en una nueva manera de ser, desconocida para la experiencia humana ordinaria hasta entonces. Pero lo que hizo de ese acontecimiento una acción salvadora para la humanidad fue que Jesús estableció los medios para que otras personas pudieran compartir también esa misma experiencia. La resurrección de Jesús es comunicable a través de esa realidad espiritual y divina que llamamos Espíritu Santo.

La fe cristiana tiene la tarea principal de dar respuesta al problema del sentido de la vida que acaba con la muerte. Responde afirmando que Jesús resucitó y esa nueva vida la puede compartir, más allá de la muerte, quien vive unido espiritualmente a Jesús. La fe cristiana da también respuesta al problema del valor de la vida y el derecho a vivir de quien ha perpetrado el mal, de quien ha tomado decisiones erradas, y de quien ha arruinado su existencia por el mal uso de la libertad. La respuesta es el perdón misericordioso del mismo Dios que permite a cada persona vivir su futuro sin que ese pasado lo hipoteque. Esta es una especie de resurrección espiritual que en cierto modo anticipa la resurrección corporal después de la muerte. La solución de esos dos problemas personales da motivación a los cristianos para hacer el bien, promover la justicia, construir la paz en este mundo. De este modo comunican a las realidades temporales el sentido y plenitud de vida que tienen asegurados de parte de Dios.

mariomolinapalma@gmail.com

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