Una gigantesca corriente de lodo y piedras se llevó por delante casas, cortó una autopista y dejó aislado del resto del mundo a un millar de habitantes en Minami-Aso, una zona montañosa de la isla.
“Sabemos que hay personas bajo los escombros en muchos lugares. La policía, los bomberos y las fuerzas de autodefensa (nombre del ejército japonés) hacen todo los posible para socorrerlas”, declaró el portavoz del gobierno, Yoshihide Suga, en una conferencia de prensa.
Alrededor de un millar de personas resultaron heridas, 184 de ellas de gravedad, según las autoridades locales.
“La prioridad es salvar vidas. Debemos actuar rápidamente”, dijo el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien canceló su visita a la zona y convocó una reunión de crisis. “Está previsto que el clima se deteriore (…) por lo que tememos deslizamientos y otros desastres”, advirtió.
El Gobierno envió a la zona del siniestro 25 mil soldados y mil rescatistas además de los bomberos y otros servicios locales.
Mucho miedo
La agencia meteorológica japonesa, que prevé fuertes lluvias durante el fin de semana, advirtió de la posibilidad de que se registren nuevos corrimientos de tierras en un suelo fragilizado por los sismos.
La localidad de Misato aconsejó a unos 10 mil residentes que evacuaran la zona por precaución, según la cadena de televisión NHK.
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Más de 65 mil habitantes que se quedaron sin casa encontraron refugio en albergues, mientras que decenas de miles de hogares seguían sin agua, electricidad y gas.
“No tengo nada que comer, nada que beber, no sé qué hacer”, declaró Tomoko Goto, de 67 años.
Un hospital de Kumamato tuvo que ser evacuado durante la noche, y el aeropuerto fue cerrado.
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El nuevo terremoto, de magnitud 7.0 según el Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS) , ocurrió a la 1.25 del sábado (16H25 GMT del viernes) a solo de 10 km de profundidad.
La agencia meteorológica japonesa lo evaluó en 7.3 y precisó que el sismo del jueves fue un “precursor”.
“Salimos de casa debido a los temblores que no terminaban”, dijo Hisako Ogata, de 61 años, evacuada con su hija en un parque de Kumamoto, junto a otras 50 personas. “¡Tuvimos mucho miedo, pero afortunadamente estamos vivos!”.
Carreteras reventadas
“El terremoto me despertó. Mi cuerpo rebotaba encima de la cama. El televisor se cayó”, contó un fotógrafo de la AFP .
Los habitantes de la prefectura de Kumamoto descubrieron con estupor este sábado el alcance de los daños en esta región poco acostumbrada a los sismos que sacuden regularmente el archipiélago.
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Numerosos edificios resultaron dañados, un puente de 200 metros se hundió, un santuario secular se derrumbó y las carreteras estaban reventadas o con fisuras.
Los transportes estaban fuertemente perturbados y numerosas fábricas pararon los motores para llevar a cabo verificaciones, en particular en los sectores del automóvil y de la electrónica.
Además de las numerosas réplicas que ponían a prueba los nervios de los habitantes de la zona, se registró una pequeña erupción del volcán Aso, en la isla de Kyushu, pero el nivel de alerta no aumentó ni se pudo establecer una relación formal con los sismos.
La primera sacudida del jueves dañó el castillo de Kumamoto, de 400 años de antigüedad, y destruyó numerosas casas en la localidad vecina de Mashiki. Una niña de ocho meses fue rescatada viva de entre los escombros, seis horas después del sismo.
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No se observaron anomalías en la central nuclear de Sendai, donde están los dos únicos reactores aún en funcionamiento en Japón, anunció la compañía Kyushu Electric Power.
Japón, situado en la intersección de cuatro placas tectónicas, sufre cada año más del 20% de los sismos más fuertes del planeta. En el 2011 un tsunami mató a unas 18 mil 500 personas y provocó un grave accidente nuclear en la central de Fukushima.