Hemeroteca

Siglos de impresión en papel

El Museo del Libro Antiguo, en Antigua Guatemala, muestra la evolución de los documentos escritos.

Museo del Libro Antiguo, Antigua Guatemala. (Foto: Hemeroteca PL)

Museo del Libro Antiguo, Antigua Guatemala. (Foto: Hemeroteca PL)

Año 1660. Santiago de los Caballeros, capital del Reino, comienza a perfilarse como una gran metrópoli colonial.

La Iglesia, cada vez más poderosa, impulsa el florecimiento de las actividades académicas y el proyecto de construcción de la Universidad de San Carlos, el sexto centro universitario fundado en todo el continente.

En este contexto propicio para todas las iniciativas culturales, el obispo Payo Enríquez de Rivera decide instalar en la casa consistorial, ubicada en el Parque Central, una imprenta, la tercera en América.

Siglo XXI. Antigua Guatemala, destino preferido de los turistas, conserva, en el mismo lugar donde se situó la antigua casa consistorial, un centro dedicado a esta primera imprenta y a la cultura que trajo consigo a Centroamérica: el Museo del Libro Antiguo. 

Con un fondo documental de dos mil 500 documentos, este museo presenta al público tres salas a través de las cuales pretende mostrar los primeros años de las actividades impresoras en Guatemala, una evolución del grabado y el arte del papel satinado. 

Con la misma imprenta

Vigilado por una réplica exacta de su madre y situado en el mismo lugar donde nació, el primer libro impreso en Guatemala espera a los visitantes tras su caja de cristal. Elaborado en 1663 por una imprenta similar a la de Gutenberg, este sermón de ocho folios escrito por Fray Payo Enríquez de Rivera es el principal atractivo de la Sala de la Imprenta, pero no es el único.

A su lado, un libro de coro de cantos gregorianos del siglo XVIII, varios incunables (impresos 50 años después de la llegada de la imprenta), el primer libro didáctico de la colonia (La noticia breve de todas las reglas más principales de la aritmética práctica, 1732), la carta en la que Cristóbal Colón narra a Hernán Cortés sus hallazgos en el Nuevo Mundo (15 de febrero-14 marzo de 1493) y otros muchos libros antiguos que arrastran entre el polvo de sus páginas, un vínculo que las polillas no han podido destruir.
En este mismo espacio, además de apreciar estas obras de arte documentales, también se puede aprender acerca de la evolución del libro, desde el manuscrito y sus ornamentos como medio de comunicación, hasta los primeros escritos impresos.

Papel para decorar

Curvas, elipses, punteados y líneas. Formas florales, geométricas o abstractas. Colores claros, fuertes, pasteles o brillantes. Rojos, amarillos, verdes y azules de todas las tonalidades. Todos ellos juntos, a veces revueltos, y expuestos tras los cristales de la Sala del Satinado del Museo del Libro Antiguo, parece imposible que no fueran los protagonistas de los libros.

Utilizado para decorar las contraportadas, el papel satinado embellecía los documentos con un trabajo de horas realizado a mano por pintores y diseñadores. En esta sala del museo se aprende acerca del proceso de elaboración de esta técnica decorativa y se da su merecida importancia a este papel que, muchas veces, pasa desapercibido ante la mirada de los lectores.

Ilustrar en piedra y metal

Durante años los libros fueron considerados objetos de lujo y su valor se veía incrementado por las ilustraciones que los decoraban. En la sala del Grabado del Museo del Libro Antiguo pueden osbservarse los diferentes medios para reproducir las imágenes que se dieron con el paso del tiempo: xilografía, litografía o grabado en metal.

Los primeros métodos de ilustración se basaban en el uso de una pieza de madera (xilografía) o piedra (litografía) que tenía grabada sobre su superficie la imagen que se quería reproducir. Posteriormente, mediante diferentes técnicas, esta imagen se traspasaba a papel. El grabado se usaba, en esos primeros años de la imprenta, para la realización de mapas, estampas religiosas, anuncios publicitarios, políticos o religiosos.

El grabado es considerado uno de los motores del Renacimiento. La posibilidad de reproducir la obra con gran calidad permite a los artistas, por primera vez en la historia, conocer la obra de los clásicos.

Producto de esta técnica son las obras que se presentan en esta sala del museo, como la selección de tarjetas de invitación a actos de graduación o un conjunto de 47 piezas de piedra caliza cuyos diseños, realizados a mano, representan anuncios publicitarios o eclesiásticos.

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