“Durante mi embarazo tuve algunas complicaciones porque sufrí una caída, pero cuando ella nació, y como toda madre sentí una completa felicidad. Fue una gran bendición y era algo muy bello”, recuerda Patricia.
Han pasado 20 años y Porras asegura que los médicos le habían anunciado que tendría una niña —hoy clasificada a sus segundos juegos olímpicos— y que desde su vientre ya se mostraba inquieta.
“Desde que estaba embarazada nunca estuvo quieta. Al principio creí que sería un varón y que iba a ser futbolista, pero gracias a Dios fue gimnasta”, expresa y sonríe.
Naciemiento programado
La fecha de nacimiento de Ana Sofía fue fijada para el 24 de noviembre, mediante cesárea, según comparte Porras.
“Nació a las 9 de la mañana y pesó seis libras y media. Recuerdo que no era muy grande, sino de tamaño normal”, refiere.
También comparte que la nombró Ana Sofía en honor de su abuela, y que lo había pensado desde hacía tiempos.
“Le pusimos Sofía, porque la abuelita de mi mamá se llamaba así y siempre me gustó ese nombre, y el de Ana, porque es muy bonito. Desde antes que naciera ya tenía el nombre ideal”, expone.
Las travesuras de Sofi eran tantas que Patricia algunas veces se descuidaba y se le perdía de vista.
“Una vez metió la cabeza entre unos barrotes de hierro y se había quedado trabada. Hasta llamamos a los bomberos. Se hizo un escándalo con los vecinos, pero al final fue ella misma quien logró salir”, cuenta.
Lo de traviesa e inquieta fue confirmado por la gimnasta, quien agregó que le gustaba jugar con niños. “Compartía más con niños que con niñas. Mi hermana —Cristina— y yo no crecimos con barbies, no porque no tuviéramos la posibilidad de tenerlas, sino que preferíamos los videojuegos, pasar los mundos de Mario Bros, jugar futbol y beisbol; así nos criamos”, comenta Sofi.
Pero el destino cambió rotundamente para bien de ambas, cuando eligió la gimnasia.
“Siempre fue buena para hacer aeróbicos y su cuerpo se doblaba fácilmente. Gracias a algunas recomendaciones y a mi tía Marina decidimos que practicara gimnasia fue la mejor decisión”, expresa la madre de Sofía.
La atleta dice que nunca olvidará el primer día que llegó a la Federación de Gimnasia, en la zona 5 capitalina. “Recuerdo bien ese primer día; toda mi familia vino a verme y a dejarme”.
“Yo ni siquiera traía leotardo, venía vestida con un trajecito de Mickey Mouse y con dos colitas; estaba muy nerviosa”, recuerda.
Patricia asegura que es la madre más feliz, por tener a una hija como Ana Sofía. “Me siento muy orgullosa por ella, porque a diario miro el esfuerzo, la dedicación, todo lo que ella hace y ese amor con el que practica este deporte. Eso me llena demasiado”, resalta.