Poe ya ha concedido públicamente la victoria a Duterte durante una comparecencia en conferencia de prensa.
“Le cedo el paso a Rodrigo Duterte, a quien nuestros ciudadanos han elegido”, afirmó la candidata.
Los resultados por el momento son provisionales, ya que tendrán que ser ratificados, algo que podría tardar alrededor de una semana, apunta el órgano electoral.
Más de 54.3 millones de personas estaban registradas para participar en las elecciones generales del lunes, en las que además de su presidente los filipinos debían elegir a su vicepresidente, senadores, congresistas y unos 18 mil cargos del gobierno provincial y local.
El “Trump” filipino
Durante la campaña electoral, Duterte ha salpicado sus discursos con alardes sobre su potencia sexual gracias al Viagra y bromas sobre violaciones.
Pero el alcalde ha logrado sacar partido del descontento generalizado y los votantes están dispuestos a hacerse de la vista gorda ante su lenguaje grosero.
El impetuoso Duterte, que ha sido comparado con el virtual nominado republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con cerrar el Congreso y formar un gobierno revolucionario si los legisladores ponen trabas a su gobierno.
Su comportamiento le ha ganado el apodo de Duterte Harry en referencia al personaje Dirty Harry (Harry el Sucio) de Clint Eastwood.
Esto ha alarmado a la clase política, que teme que Duterte eche por tierra el progreso económico que tanto costó conseguir bajo el mando del presidente saliente, Benigno Aquino III.
Aquino calificó a Duterte de amenaza para la democracia y lo comparó con Adolf Hitler.
Antisistema
Tres décadas después de la revolución que expulsó del poder al dictador Ferdinand Marcos, los detractores de Rodrigo Duterte advirtieron del riesgo de que su elección acarree una nueva época convulsa para Filipinas.
“Necesito su ayuda para detener el regreso del terror en nuestro país. No puedo hacerlo solo”, dijo en Manila el sábado en referencia Benigno Aquino, cuya madre, Corazón Aquino, encabezó el movimiento democrático que derrocó a Marcos y presidió la nación durante seis años.
Pero los filipinos, que no han visto reflejado el crecimiento económico del país en una mejora de su nivel de vida, parecieron ignorar esas advertencias y prestar oídos a la prédica de Duterte contra les élites.
Según Duterte, para acabar con la pobreza hay que erradicar el crimen. Pero para ello hace falta saltarse a una justicia ineficaz y corrupta y ordenar a las fuerzas de seguridad la eliminación de los criminales
“¡Olvidad las leyes sobre los derechos humanos!”, gritó en su último mitin.
“Si soy elegido presidente, haré exactamente lo que hice como alcalde. Vosotros, traficantes, atracadores y canallas, sería mejor que se vayan, porque los voy a matar”, advirtió.
El abogado y alcalde amenaza además con establecer un gobierno unipersonal, si los legisladores le desobedecen.
En un país donde el 80% de sus habitantes son fervientes católicos, Duterte se permitió incluso insultar al papa Francisco.
En un discurso para lanzar su campaña el año pasado, lo calificó de “hijo de p…”, por haber provocado atascos durante una visita al archipiélago.
Los filipinos celebraron además el domingo comicios locales y nacionales, con más de 18 mil mandatos en liza en una jornada que culmina una secuencia empañada por la violencia.
La policía confirmó la muerte de 15 personas en ataques relacionados con las elecciones este año.
Otras 10 personas murieron el lunes en varios lugares del archipiélago. Pero las autoridades consideraron que estos incidentes no tuvieron ningún impacto en las elecciones.
Pese a tener une media de crecimiento económico anual de 6% en estos últimos años, más de un cuarto de la población sobrevive con ingresos por debajo del umbral de pobreza, es decir, la misma proporción que hace seis años.
Desde hace 30 años, el archipiélago ha sido dirigido, tanto a nivel local como nacional, por clanes familiares apoyados por importantes empresarios, un sistema que ha ahondado aún más las diferencias entre ricos y pobres.