La nueva propuesta de una Asociación Transamericana (TAP), como se designa en el documento, promovería la convergencia de los tratados de libre comercio (TLC) suscritos previamente entre países americanos, así como la implementación de un ambicioso programa de facilitación del comercio en todo el continente.
La concentración en estos ejes permitiría eliminar los obstáculos comerciales que persisten en la región y evitaría la difícil negociación de un TLC a escala continental. Dado el contexto actual, los autores ven que esta propuesta sería oportuna y políticamente factible, y constituiría, además, un elemento de crecimiento económico esencial para la integración continental.
En el estudio se reconoce que la arquitectura actual de comercio internacional se caracteriza por la multiplicidad de acuerdos comerciales regionales y bilaterales que se aproximan, pero cada uno cuenta con su propio conjunto de reglas. Armonizar ciertos elementos de estos acuerdos, especialmente las normas de origen, reduciría los costos de transacción, aumentaría las opciones de las empresas para adquirir insumos, permitiría aprovechar al máximo los aranceles bajos más bajos y potenciaría el impacto económico de los acuerdos comerciales.
Por otro lado, en la propuesta se advierte de que la facilitación del comercio, área que busca reducir los costes logísticos en los que incurren los exportadores e importadores, es hoy una característica crítica de la política comercial moderna. La facilitación del comercio abarca tanto cuestiones relativas a infraestructura como el marco regulatorio, y constituye un área que hasta hace poco no había sido regulada en el ámbito multilateral.
Tal como apuntan Estevadeordal y Talvi, los acuerdos megarregionales en proceso de negociación ponen de relieve la importancia de una iniciativa de este tipo en América. La Asociación Transpacífica (TPP), la Asociación de Comercio e Inversión Trasatlántica (TTIP), la Alianza del Pacífico (AP) en América Latina, y la Asociación Regional Integral Económico (RCEP) en Asia, tienen el potencial para llenar los vacíos que hasta ahora existían por la falta de acuerdos comerciales suscritos entre Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Estas iniciativas regionales tienden progresivamente a promover la convergencia y armonización de las normas y concesiones negociadas en acuerdos anteriores. Asimismo, fortalecen una mejor conectividad, gracias a la variedad de disposiciones sobre facilitación del comercio, que van más allá de lo acordado a nivel multilateral.
Es importante resaltar que desde los años 1990 los países del continente americano han progresado significativamente en la apertura de sus mercados y en su integración a la economía mundial. Esto ha sido alcanzado gracias a su activa participación en la OMC, así como a la implementación de acuerdos comerciales con socios intra y extrarregionales. En este contexto, la mayoría de países americanos, a pesar de tener diferentes perfiles políticos y económicos, ha iniciado esfuerzos para promover la convergencia de los acuerdos negociados y facilitar el comercio. A diferencia de otras iniciativas, la TAP puede tener éxito porque precisamente reconoce esta diversidad y tiene un enfoque pragmático.