En tanto, Sanders y Clinton estaban virtualmente empatados en el estado de Kentucky, con el 99% de los votos escrutados.
En Kentucky, Clinton aparece al frente de Sanders con una diferencia de medio punto porcentual, apenas un puñado de votos, dejando indefinida la disputa.
Estos resultados mantienen a Clinton al frente en la carrera por la nominación, pero vuelve a mostrar la evidente división en el interior del electorado demócrata.
Al hablar ante una enorme multitud en Carson, California, Sanders agradeció este martes el apoyo de sus seguidores a pesar del favoritismo de Clinton.
Disputa hasta la última urna
Sanders recordó que en las primarias de 2008 Clinton había derrotado al entonces candidato Barack Obama por más de 200.000 votos en Kentucky “y sin embargo esta noche hemos obtenido la mitad de los delegados”.
Por eso, Sanders descartó las presiones para que arroje la toalla y abandone la campaña: “Les quiero decir que estamos en esta pelea hasta la última urna”, dijo.
Para mantener viva sus esperanzas, Sanders precisa de victorias arrasadoras de forma de acaparar la mayoría de los delegados a la convención nacional, prevista para julio.
Como los demócratas distribuyen los delegados en proporción a los votos, la paridad favorece a Clinton, que de esa forma impide que Sanders reduzca su desventaja.
Pero al mismo tiempo, la enorme dificultad de Clinton en liquidar un pleito que al inicio de la campaña prometía ser un paseo, afecta de forma directa su imagen de favorita excluyente en la carrera presidencial.
Además de forzar a Clinton a mantener el empeño en la disputa con Sanders, hace que la máquina del Partido Demócrata no pueda concentrarse en el enfrentamiento con el multimillonario Donald Trump, quien casi con seguridad será nominado por el conservador Partido Republicano.
Así, de las últimas cuatro primarias demócratas, Sanders ganó tres y concedió apenas una, la de Kentucky, por un margen inesperadamente estrecho.
Recuperarse de un trago amargo
Hace una semana, Sanders había vencido claramente en el vecino estado de Virginia Occidental, que tiene en común con Kentucky la importante industria del carbón.
Ese resultado fue un verdadero trago amargo para Clinton, quien había vencido claramente allí a Barack Obama la interna demócrata de 2008.
En Kentucky, Clinton había desplegado todo el poderío de su máquina política para reparar los estragos provocados por una declaración suya en un acto de campaña en marzo, cuando dijo que pondría “un montón de compañías de carbón y mineros fuera del negocio”.
En Louisville, la mayor ciudad de Kentucky, John Spenlau, de 28 años, dijo a AFP que había votado por Sanders en la interna demócrata. “Francamente, no creo que gane la nominación, pero prefiero la idea de un cambio continuado”, comentó.
En ese esfuerzo por recuperarse en Kentucky, Clinton jugó el lunes una carta pesada: la presencia de su marido, el expresidente Bill Clinton.
“Le he dicho a mi marido que, si tengo la fortuna de ser presidente y él es el primer caballero, espero que se ponga a trabajar, para aumentar los salarios”, dijo la ex secretaria de Estado, sugiriendo un papel para el exmandatario en su eventual gestión en la Casa Blanca.
Casi de inmediato, Trump respondió utilizando su arma preferida, la red Twitter: “Hillary la Tramposa dijo que su marido estará al frente de la economía. Si es así, él podría competir, con ella”, comentó, para añadir en otro mensaje: “siquiera puede con Sanders. Hoy será otro mal día para ella”.
En sus discursos, Clinton atacó con dureza a Trump, a quien definió como una apuesta “arriesgada y peligrosa” y un candidato sin calificaciones para asumir decisiones de política externa.
En tanto, el unico candidato en carrera entre los republicanos, Trump no encontró dificultades para ser considerado este martes vencedor de la primaria en Oregón, aunque solamente se llevó poco más del 66% de los votos.
Otros dos aspirantes republicanos que ya abandonaron la carrera dividieron los votos con Trump: John Kasich tuvo el 17% de los votos en Oregón, y Ted Cruz el 16%
Trump se concentra ahora en tratar de cerrar las heridas que su candidatura abrió en el Partido Republicano, para unir fuerzas y evitar una sorpresa en la convención nacional, que se celebrará a finales de julio en Cleveland.