“La palabra dolor se menciona desde el inicio hasta el final del embarazo: ¿siente dolor?, ¿me avisa si tiene dolor?, ¿todavía no tiene dolor? o ¿hay que llevarla si tiene dolor?”, comenta Margarito Castro, expresidente de la Asociación de Ginecología y Obstetricia de Guatemala.
“La creencia de no poder tolerarlo y su constante prevención hace que se dirija el foco de atención hacia este”, explica la psicoterapeuta y orientadora familiar Liza Zachrisson. El resultado de este panorama es estrés, ansiedad y miedo, que pueden inducir a que las contracciones uterinas se inhiban, se vuelvan menos efectivas o que el parto se prolongue, según Castro.
El método profiláctico, entonces, tiene como objetivo crear una condición favorable para el alumbramiento, que llena a la mujer de calma, control, seguridad y tranquilidad, agrega.
¿En qué consiste?
El primer paso del aprendizaje que recibe la mujer en los últimos meses de gestación, una vez a la semana, consiste en explicarle que el embarazo y el alumbramiento son procesos naturales, no enfermedades. Se le describe en qué consisten estos y cómo el útero se relaciona con el sistema respiratorio.
Por ello, a la madre se le muestra la utilidad de soplar: inspiración —se contrae el diafragma—, relajación simultánea de los músculos respiratorios, espiración —relajación del diafragma y músculos abdominales— y expulsión forzada del aire de reserva. Estos ejercicios se repiten durante cinco minutos varias veces al día.
También se le enseña a practicar a diario la respiración superficial torácica, a la que se le denomina “de perro cansado”, para evitar la fatiga durante el parto.
Se le recomienda que, al salir la cabeza y los hombros del bebé, debe respirar profundamente y no pujar, para evitar desgarros vaginoperineales.
La mujer aprende a contraer los músculos del periné —espacio entre el recto y los genitales— y ser consciente de su función durante la expulsión. Se le aconseja, por ejemplo, retener a voluntad el deseo de orinar o defecar.
Durante las sesiones se invita a algunas madres que ya han dado a luz con este método, cuyos testimonios refuerzan el convencimiento de que es posible suprimir el dolor.
“Como ya sabía lo que ocurriría, no me sentía nerviosa, y mi bebé colaboró, porque mi labor de parto duró solo cinco horas, y el nacimiento, alrededor de 15 minutos”, narra Paola Morales, de 26 años, quien dio a luz a su primer hijo mediante el alumbramiento psicoprofiláctico.
“Esto me permitió vivir la experiencia del parto y no tener un recuerdo doloroso o de temor. Logré canalizar el dolor e involucrarme activamente en el proceso”, añade.
Castro recomienda estas técnicas a las mujeres de todas las edades y a aquellas que se someterán a una cesárea, puesto que las ayudará a prepararse psicológica y físicamente.
“La educación psicoprofiláctica no riñe con los avances tecnológicos de la obstetricia moderna; por el contrario, no concuerda con procedimientos que descuidan elementales normas de vigilancia materno-fetal”, concluye.
Como en casa
Hannah Freiwald, directora del Centro de Parto Natural, afirma que es necesario crear un ambiente lo más parecido posible a la casa de la futura madre, en el que se sienta segura y relajada, y que haga lo que quiera durante el parto, ya sea estar sentada o caminar, para facilitar el nacimiento, pero sin fármacos.
Freiwald asegura que es ideal la compañía de la pareja de la gestante o de algún familiar durante el proceso, para que esta se sienta confiada y sepa que alguien está pendiente de ella. “Estar presentes en el alumbramiento le permite a los seres cercanos ser más empáticos con la mujer y comprenderla mejor”, asevera Zachrisson.
“Un parto es un acontecimiento natural y se debe tratar como un suceso familiar, y no médico”, añade Freiwald. De ser necesario, Freiwald aconseja hacerle masajes a la gestante o suministrarle medicamentos naturales, para no causarle efectos secundarios a ella ni al recién nacido. Además, asegura que cualquier mujer puede dar a luz de manera natural, sin importar su complexión física o edad, siempre y cuando el bebé esté en la posición adecuada.
Según Freiwald, con preparación, el alumbramiento puede ser en el agua o en cuclillas. Este último es el que más se utiliza en la provincia, con la asistencia de comadronas, y es una de las posiciones más idóneas, ya que a la mujer se le hace más fácil pujar.
En el agua, la embarazada se coloca como más le conviene y siente menos peso. “Es la manera más suave de nacer”, afirma. Freiwald enfatiza que luego del proceso, entrega inmediatamente al niño a sus padres, para que desde ese momento reciba amor y protección.