Hemeroteca

Auschwitz: campo del horror

El 20 de mayo de 1940 fue abierto en Polonia el campo de concentración de Auschwitz concebido en primer lugar como un campo de tránsito para someter a los judíos como mano de obra por parte de los Nazis.

Entrada al campo de concentración de Auschwitz, Polonia. (Foto: Internet).

Entrada al campo de concentración de Auschwitz, Polonia. (Foto: Internet).

Recordamos con este reportaje publicado el 24 de mayo de 2009 en Revista D, los atroces experimentos que médicos nazis cometieron con humanos en los diferentes campos de concentración.

Solo hubo muerte y sufrimiento durante los experimentos con humanos, llevados a cabo por los médicos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Ni un solo avance científico. Así lo resume Aldo Castañeda, médico y cirujano que vivió en la Alemania de aquella época, cuando tenía entre 9 y 15 años de edad.

“Es una vergüenza que los médicos hayan jugado un papel importante, no solo en la planificación, sino también en la ejecución de estos crímenes”, expresó Castañeda durante una conferencia impartida en la Academia de Geografía e Historia de Guatemala.

Ideología nazi

Los que más sufrieron fueron los judíos, pues principalmente contra ellos se ensañaron los nazis. Estos, en cambio, pregonaban que la raza aria era superior. “Lo peor de todo es que la jerarquía del Partido Nazi no se parecía en nada al prototipo que ellos consideraban ideal: complexión alta, de cabello rubio, piel blanca y ojos claros”, refiere Castañeda.

“Los alemanes nazis creían necesario erradicar a las personas con ataxia, cadera dislocada, síndrome de Down, enanismo, epilepsia, esquizofrenia, paladar hendido, retraso mental, sordomudos, pie equino y otras deformidades”, agrega. Es una contradicción a sus propios pensamientos, pues “Adolf Hitler no era ni rubio ni de ojos claros, y Joseph Goebbels (ministro de propaganda nazi) tenía pie equino”, ejemplifica.  Además, excluían a los alcohólicos, homosexuales, gitanos y a los testigos de Jehová.

La anti medicina

“Para curar a esta era podrida y enferma, se debe diagnosticar la enfermedad”, decía Hitler. Su diagnóstico fue que la enfermedad era como el cáncer, y el cáncer era igual a bolchevismo y los judíos; por lo tanto, afirmaba, había que exterminarlos.

En 1923 las escuelas de medicina alemanas empezaron a impartir cátedras de higiene racial, eugenesia, eutanasia, raza y comunidad.

“Entre 1920 y 1937 se requerían seis años y medio para ser médico; y para 1943, solo se necesitaban tres años para obtener el título”, expone Castañeda. Esa reducción se debió al requerimiento de médicos en los campos de concentración, para hacer experimentos con los prisioneros y para auxiliar al ejército nazi. De esa cuenta, para 1944, Alemania tenía 79 mil médicos, una cifra alta comparada a la de 1938, cuando contaban con 59 mil.

“El Estado es supremo; los médicos deben servir primero a los intereses del Estado y solo secundariamente a los intereses individuales de pacientes”, rezaba la consigna médica alemana. El concepto hipocrático era ignorado.
En cambio, a los médicos judíos se les prohibió ejercer la profesión.

Asimismo, el gobierno nazi envió a Guatemala, en 1942, al médico Gerhard Enno Buß para evaluar a los teutones que vivían en Alta Verapaz. De acuerdo a la revista alemana Risse in Context XXI, el objetivo de su llegada era “certificar la tesis de la superioridad aria”. Enno Buß estudió la composición genealógica de los arios puros, medio-alemanes e indígenas. Su conclusión, sin embargo, fue escueta: “El mestizaje puede mejorar la raza aria, pero también existe el peligro de que no ocurriera”.

Barbarie

En 1933 cobró fuerza la eugenesia —aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana—. “Cualquiera que quisiera casarse debía presentar una constancia de ‘pureza’ genética. No lo podían hacer judíos, negros, asiáticos, latinos ni gitanos”, recuerda Castañeda. 

Además, los médicos aplicaron programas de esterilización involuntaria entre esos grupos, para acabar con ellos.
La medicina se criminalizó en 1937, cuando los médicos Karl Brandt, Viktor Brack, Philipp Bouhler, Max De Crinis y Hans-Bodo Gorgass empezaron con un programa de selección de individuos (judíos en su mayoría) para luego ejecutarlos. Incluso mataron a arios minusválidos, enfermos mentales y ancianos.

Se experimentó con la inanición (dejarlos morir por falta de alimento), y después, mediante la inyección letal. Sin embargo, los facultativos consideraron que matar a la gente con esos procedimientos era muy costoso, por lo que recurrieron a hacerlo con cámaras de gas, en las que se usaban químicos de la compañía Bayer, explica Castañeda.

Entrada la Segunda Guerra Mundial, el Estado asignó otras atribuciones a los médicos: seleccionar a prisioneros para realizar trabajos forzados y mantenerlos en buenas condiciones, enviar a las cámaras de gas a los que tenían bajo rendimiento, y elegir a los aptos para someterlos a experimentos médicos. 

También se dedicaban a extraer dientes de oro post mortem, practicaban abortos a mujeres con menos de cuatro meses de gestación, y a las que tenían más tiempo las asesinaban.

Los experimentos

Joseph Mengele, conocido como el ángel de la muerte, fue uno de los más despiadados médicos nazis. Sus experimentos causaban sufrimiento y siempre terminaban en la muerte de los prisioneros.

“Investigó” a los enanos y niños gemelos. A estos últimos los ataba para manipularles la columna vertebral y les inyectaba químicos en los ojos o en los órganos internos. Asimismo, hizo amputaciones e intentó crear siameses artificialmente con la unión de venas. Todo lo anterior, sin anestesia.

Otros de sus colegas encerraban prisioneros en cámaras especiales y se les sometían a ensayos de alta presión hasta que dejaban de respirar. Se les inoculaba tifus, malaria, tuberculosis, fiebre tifoidea, fiebre amarilla y hepatitis infecciosa, para así probar los medicamentos que desarrollaba la farmacéutica I.G. Farben.

Además, se probaban con ellos proyectiles envenenados. En Auschwitz, las mujeres eran esterilizadas con inyecciones de químicos en el útero, que producían dolor, inflamación de ovarios, espasmos en el estómago y sangrado. A los hombres, sus testículos eran expuestos a largas sesiones de radiación y luego, castrados. En Ravensbruck se utilizaron a prisioneras polacas para estudios sobre gangrena ósea. En Buchenwald se midió el tiempo de sobrevivencia de las gitanas, a quienes solo se les daba agua salada. De igual forma, sometieron a prisioneros a cambios de temperatura de las que nadie salía vivo.

Juicios médicos

Al finalizar la guerra, en 1945, se implicó a varios médicos por sus crímenes, aunque fueron muy pocos: tan solo 190. De ellos, 126 nunca fueron llevados a la justicia, y las cortes internacionales aliadas absolvieron a ocho. En tanto, 10 se suicidaron. El resto recibió sentencia: 23 condenados a muerte y otros 23 a purgar prisión.

Muchos médicos y oficiales del Partido Nazi lograron escapar hacia diferentes países, entre éstos, Argentina y Brasil. Mengele escapó de la justicia, y murió impune en Brasil (1979).

Personas de ascendencia alemana ingresaron a Guatemala, aunque, en realidad, habían nacido aquí. “Los que se habían ido a Alemania eran jóvenes que fueron involucrados en las juventudes hitlerianas o en trabajo obligatorio”, comenta Regina Wagner, historiadora y autora del libro Los alemanes en Guatemala, 1828-1944. “De los que vinieron, nunca supe si tuvieron que ver con el Holocausto”, agrega.

Después de la guerra, los facultativos alemanes tuvieron que esperar casi cuatro décadas para ser readmitidos en la fraternidad médica internacional.

Además, en respuesta a los crímenes de la medicina nazis, fue elaborado el Código de Nüremberg, en 1947, en el que se recogen los principios orientativos de la experimentación médica en seres humanos.

Leo T. Alexander, asesor médico de EE. UU. y uno de los inspiradores de dicho código, dijo: “El resultado de la experimentación médica nazi fue un significativo avance para la ciencia del asesinato”. El médico Castañeda comparte tal visión: “Nada se rescata de lo que hicieron los nazis; ni un solo avance científico”.

Reclutamiento

Científicos nazis fueron reclutados por el entonces Departamento de Guerra estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos, expertos en cohetería, diseño de aviones, guerra bacteriológica y medicina aérea. Uno de ellos fue Kurt Blome, absuelto de crímenes pese a las numerosas pruebas en su contra. En 1951 trabajaba en un proyecto de guerra química para el Ejército estadounidense.

Pureza racial

En noviembre del 2006 se reunió un grupo que nació como resultado de un programa secreto de la SS, creado para propagar los rasgos arios. Estos son los llamados hijos de Lebensborn. Muchos de ellos descubrieron, décadas después, que se les había criado para convertirse en la siguiente generación de elite nazi.

Las mujeres que deseaban dar a luz allí, para ser aceptadas en ese lugar, debían tener las características arias adecuadas —pelo rubio y ojos azules—, demostrar que no tenían problemas genéticos y probar la identidad del padre, cuyos rasgos debían ser similares. Además, jurar lealtad al nazismo. Al final, estos niños arios crecieron como cualquiera de otra raza. https://www.youtube.com/watch?v=CYYN7u6bsfE

Documental sobre los 70 años de la liberación de los prisioneros de Auschwitz. (Video: tomado de Youtube)

ESCRITO POR: