Revista D

Tras las huellas de los criminales

El Inacif emplea tecnología de punta para aclarar los casos más intrincados.      

Una cabina de grabación con computadoras que emplean el software batvox, teléfonos inteligentes y micrófonos, son parte de la tecnología que usa el Laboratorio de Acústica o de Voz del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), donde se analiza la voz de quienes conversan en las escuchas telefónicas y se compara con la de los acusados.

Esta sección está dividida en dos espacios estrictamente delimitados. En el primero se encuentra la tecnología citada y, a la par, hay una pequeña sala insonorizada (aislada del sonido) donde asisten los sindicados de participar en las llamadas interceptadas, y los expertos graban su  voz en varios formatos.

Esta área es una de las 11 de la  Unidad de Laboratorios de Criminalística del Inacif, que permiten a los agentes  del Ministerio Público y de la Policía Nacional Civil identificar a los delincuentes, y encontrar pruebas forenses para presentarlas ante los tribunales de justicia y así resolver los casos.

Las otras unidades que de manera coordinada contribuyen a aclarar y resolver cientos de investigaciones son:    Documentoscopía, Balística, Toxicología, Dactiloscopía, Biología, Identificación de vehículos, Fisicoquímica, Sustancias controladas, Genética y Trayectoria de disparo. Todas cuentan con equipo que muchas veces es el mejor de Centroamérica, según los expertos de la institución.

El Inacif, que opera desde julio del 2007, es el encargado de unificar los servicios forenses periciales mediante el desarrollo del trabajo que efectúa como institución autónoma, garantizando la imparcialidad y confiabilidad de la investigación, con lo cual contribuye a la determinación de la prueba científica.

Hablar y hablar

Cuando las autoridades encargadas de la investigación obtienen el audio de una llamada interceptada y existe un sospechoso, lo envían a la sala de grabación, donde le efectúan varias pruebas para determinar si su voz coincide con la de la escucha.

Para llevar a cabo esta prueba el sindicado debe practicar varias pruebas, como leer textos seleccionados, describir imágenes y establecer una conversación donde se exprese libremente de cualquier tema ajeno a lo que se investiga.
Karla López Trócolli, analista del laboratorio, explica que el primer estudio es útil para determinar la forma cómo  habla la persona, es decir, sus fallas al expresarse, su  tono, su  timbre, el uso de muletillas, el arrastre letras u omisión de palabras.

Este contenido es sometido a varios métodos que se despliegan en un monitor en el que se observa con qué frecuencia habla, cómo mantiene su tono de voz a lo largo de las  conversaciones, para extraer un espectro de la voz por medio de ondas, y luego un análisis de biometría. 

López Tróccolli cuenta que en esta sala se celebran audiencias en calidad de anticipo de prueba, donde asisten el juez, los abogados y el MP, así como  la persona a la que se acusa de ser la locutora.

El mapa humano


En otra de las salas del Inacif se ubica el laboratorio de Serología, que forma parte del de Genética, uno de los más modernos de Centroamérica. En este apartado se efectúan análisis de ADN (molécula que contiene información genética)  sobre fluidos como sangre, saliva, cabellos, semen y células epiteliales.

Estuardo Solares, especialista de esta sección, cuenta que cada año se analizan unos 35 mil indicios de más de 7 mil casos entre asesinatos, violaciones, secuestros y robos. 

Lo más recurrente es el examen de sangre sobre cuchillos, machetes, ropa del sindicado, en el caso de asesinatos y de prendas íntimas y sábanas cuando suceden violaciones.

Para detectar estos indicios los especialistas emplean reactivos que vierten sobre los trozos de las prendas que analizan y la sustancia cambia a un color fosforescente cuando detecta sangre o cualquier otra sustancia o elementos pilosos.

Estos resultados se trasladan al laboratorio de Genética donde se efectúan tres tipos de  cotejos: los de paternidad y maternidad, la identificación de cuerpos XX y el de criminalística, que comprende abusos sexuales, asesinatos, homicidios,  femicidios y otros.

Solares informa que en este laboratorio se emplea tecnología de vanguardia con equipo de hasta US$500 mil.
El corazón de este laboratorio son los termocicladores en tiempo real, que tienen un costo de entre US$70 mil y US$80 mil y que se emplean para clasificar el ADN.

La huella de la  bala

Uno de los laboratorios más requeridos en la investigación de crímenes es el de Balística. En este espacio es donde se analizan las armas que se decomisan, así como los casquillos y proyectiles, entre otras evidencias, que se recolectan en la escena del crimen.

Raúl Rizzo Boesch, jefe del laboratorio, cuenta que cuando hubo un asesinato los peritos recogen los casquillos y en la morgue el médico forense extrae los proyectiles durante la necropsia.

Cuando incautan un arma la llevan al laboratorio, donde lo primero que  hacen es identificarla con datos como tipo, marca, calibre y número de serie. Después se prueba disparando a un tanque de agua, con lo cual se obtienen dos informaciones: primero que el arma de fuego funciona y segundo los patrones de los casquillos y proyectiles, o sea las huellas balísticas que generaron.

Los casquillos se identifican midiendo la longitud, el diámetro y su calibre. Lo mismo se hace con el proyectil, se establece su masa y su forma.

En el área de microscopios se cotejan las lesiones (estrillas) de los casquillos y los proyectiles con las generadas por el laboratorio. 

“De la misma manera como los seres humanos tenemos una huella dactilar que nos individualiza, las armas de fuego  también tienen una huella balística. Cada parte mecánica del arma que interactúa con el cartucho, tiene características propias individuales que quedan impresas en la munición al momento del disparo”, explica  Rizzo Boesch.

Este trabajo permitió establecer que un arma que fue decomisada en diciembre del 2015 en Villa Nueva fue utilizada en 47 hechos delictivos a partir de enero del 2010.

Este laboratorio tiene almacenadas 75 mil muestras, desde diciembre del 2010 hasta la fecha.

Las otras huellas

La morgue del Inacif, en su laboratorio de Dactiloscopía, cuenta con tecnología para cotejar las impresiones dactilares que contienen las fichas, documentos personales y de registro institucional de las personas, con las de cadáveres que ingresan  como XX o cuando existe alguna duda de identidad.

En esta sección también revelan las huellas, aparentemente invisibles, que el delincuente deja en objetos de una escena del crimen.

Los especialistas pueden obtener impresiones dactilares a partir de la recuperación y tratamiento de la yema de los dedos de  cadáveres quemados o en estado de descomposición.

Físicoquímica

En el laboratorio de Físicoquímica se verifican las evidencias impregnadas en los vehículos que participan en un hecho delictivo. Aquí se comparan los fragmentos de pintura automotriz colectados con  las muestras de un auto sospechoso.

En esta sección también se analizan a través de microscopía electrónica de barrido, la ubicación de partículas de plomo, de antimonio y de bario, en las manos de personas sospechosas de haber disparado o manipulado un arma de fuego.

También se puede determinar la presencia de combustibles en prendas u objetos de las personas, para establecer si estas sustancias se utilizaron para provocar incendios.

La tecnología del Inacif permite a los peritos analizar productos medicinales que pudieron haber sido falsificados o cuya composición se hubiera alterado.

ESCRITO POR:

Francisco Mauricio Martínez Fotos: Álvaro Interiano

Francisco Mauricio Martínez Fotos: Álvaro Interiano

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